Yves
Henri Donat Mathieu Saint Laurent nació el 1 de agosto
de 1936 en Orán (Argelia), en el seno de una familia
acomodada de origen alsaciano. Su padre era propietario de
varias salas de cine y su madre, una mujer de gran belleza
y elegancia. Desde muy niño, Yves mostró su
inclinación por la moda dibujando modelos para las
muñecas de sus hermanas. Educado en el Liceo Francés
de Orán, a los 17 años ganó un concurso
de diseño con el dibujo de un traje de cóctel
negro. Pero el entorno social de la colonia francesa era asfixiante
para alguien que, desde muy joven, tuvo claras sus preferencias
homosexuales. Así, en 1954, Yves puso rumbo a la cosmopolita
y liberal París, meca indiscutible de la alta costura.
En la capital francesa conoció a Christian Dior, entonces
en el zénit de su fama, y al que enseñó
sus bocetos. El entendimiento fue tan perfecto que Dior lo
contrató como asistente. Tras la muerte del prestigioso
modisto francés, en 1957, Yves, con sólo 21
años, le sucedió al frente de la firma. Ese
mismo año conoció a Pierre Berge, con el que
inició una relación amorosa que, años
después, derivaría en inquebrantable amistad
y estrecha colaboración profesional.
En 1958, Saint Laurent presentó su primera colección
en solitario, que tituló “Trapéze”.
Fue un rotundo éxito y la prensa especializada empezó
a ver que el nuevo diseñador podía suponer una
importante revolución para los encorsetados cánones
de la alta costura. En 1960 el ejército francés
lo llamó a filas para cumplir su servicio militar,
y el duro y homofóbico ambiente cuartelario le ocasionó
una fuerte depresión que lo llevó al hospital
militar. De allí salió, un mes después,
con sólo 35 kilos de peso.
A pesar de que ya estaba considerado como un modisto importante
y tenía seis colecciones a sus espaldas, la casa Dior
lo despidió, manteniendo a Jean Marc Bohan, el ayudante
que lo había sustituido durante la mili, al frente
de la firma. Tras interponer un pleito contra Dior, Saint
Laurent se fue a las islas Canarias. “Me repuse al sol”,
dijo en cierta ocasión el modisto sobre aquella época.
Su vida cambió radicalmente cuando la casa Dior, que
perdió el juicio, tuvo que indemnizarlo con 10 millones
de pesetas. Con ese dinero -entonces una cantidad sustanciosa-,
y tras llevarse consigo lo mejor del personal de Dior, abrió
su propia firma en asociación con Pierre Berge, que
se encargó de la gestión financiera y comercial.
En 1962 inauguró su “maison” con un desfile
en el que presentó su primera colección como
Yves Saint-Laurent, en la que lanzó el chaquetón.
Un año más tarde incorporó a la silueta
femenina el arte abstracto, las líneas rectas y las
formas trapecio.
En mayo de 1968, en plena revolución estudiantil,
un grupo de jóvenes que pasaba por el Boulevard Saint-Germain
redujo a chatarra su flamante Rolls Royce. Al saber lo sucedido,
al modisto sólo se le ocurrió comentar: “No
deben de conocer mi trabajo”. Efectivamente, sólo
dos años antes había presentado la innovadora
línea Pop Art y había hecho subir a la pasarela
el primer esmoquin para mujer, que provocó la polémica
no sólo por sus líneas andróginas sino
porque se llevaba sobre una blusa transparente con los senos
desnudos. El diseñador también había
roto con la tradición al abrir su tienda YSL Rive Gauche,
situada en un barrio donde lo normal eran las librerías
y los cafés para intelectuales. También incorporó
a la alta costura elementos tan impensables como la sahariana,
el traje pantalón, el mini vestido para noche, los
escotes muy pronunciados e increíbles aperturas en
las faldas.
Conseguida la fama, su casa de modas se diversificó
en cuatro líneas de productos: la tradicional línea
de alta costura (para un selecto y reducido público
capaz de pagar una millonada por un modelito), el prét-á-porter
(para una clientela más amplia y con precios caros,
pero mucho más asequibles), la fabricación de
todo tipo de complementos (bolsos, guantes, cinturones, zapatos
...) bajo licencia YSL y, finalmente, la línea de cosméticos,
sacando al mercado perfumes tan célebres como “Y”,”Opium”
o “Rive Gauche”. En 1971, para promocionar otro
de sus perfumes, “Homme”, se dejó fotografiar
desnudo. “Enloquecido, malhablado y muy divertido”,
decía de él el también diseñador
Karl Lagerfeld,con el que después entraría en
abierta rivalidad. Amante de los excesos, Saint Laurent alternaba
larguísimas jornadas laborales con fiestas de la jet-set.
Fumador empedernido (más de 3 cajetillas diarias),
el alcohol, las drogas y una promiscua vida sexual completaban
su cuadro de excesos.
Encumbrado como diseñador de ropa de mujeres, Yves
Saint Laurent lanzó también ropa masculina.
Para entonces se decía de él que ingresaba más
divisas en Francia que la casa Renault. Sin embargo, en 1971
una colección inspirada en los años 40 recibió
más críticas que aplausos. Ofendido,Saint Laurent
cerró durante dos años las puertas de su negocio
para reaparecer en1974. Ese mismo año, la revista norteamericana
“Time” nombró Rey de la Alta Costura a
este diseñador que cree que la moda “no sólo
estaba hecha para embellecer a las mujeres, sino también
para darles seguridad y confianza y permitirles asumirse”,y
que lo único que lamenta en su vida es no haber inventado
los vaqueros.
En 1983, el Metropolitan Museum de Nueva York inauguró
una exposición dedicada a él y dos años
más tarde el Museo de Bellas Artes de Pekín
le dedicó otra. En 1986, año en el que el Museo
de la Moda de París hizo una retrospectiva de su trabajo,
Saint Laurent tenía a más de 10.000 personas
trabajando en 200 países, sus ingresos se estimaban
en 60.000 millones de pesetas y la empresa era la única
firma de moda francesa que cotizaba en Bolsa.
En 1989, Pierre Berge, presidente de YSL, tuvo que salir
al paso de los rumores sobre el delicado estado de salud del
modisto, cuya personalidad maníaco-depresiva le lleva
a abusar de los tranquilizantes,los somníferos y a
pasar largas temporadas de reposo en Marrakech, donde posee
una casa. Según los que conocen al diseñador
sus rasgos de carácter son fruto de su proverbial inseguridad,
de su miedo al fracaso y de una vida afectiva poco estable
desde que Bergé dejara, diez años antes, el
domicilio parisino que ambos compartían.
En enero de 1993 la firma Yves Saint Laurent anunció
sufusión con la empresa pública Sanofi, filial
de una multinacional del petroleo. Tres años después,
el modisto dejó de diseñar colecciones de prét-á-porter
y en noviembre de 1999 la casa Yves Saint Laurent pasó
a ser propiedad de la firma italiana Gucci. A cambio de unos
150 millones de euros y el acuerdo de gestionarla hasta el
2006, el diseñador francés se quedó sólo
con su tienda de alta costura. Pero vistas las cuantiosas
pérdidas que ocasiona un negocio donde sólo
contadísimas personas pueden ser clientes y abiertamente
enfrentado al propietario de su firma, el pasado 7 de enero
Yves Saint Laurent, con una salud cada vez más precaria,
optó por cerrar la tienda y retirarse a los 65 años,
tras 40 de exitosa carrera. Era la despedida profesional de
uno delos grandes de la costura.
VÍDEOS DE Yves Saint Laurent
A continuación podemos ver un vídeo de Yves Saint Laurent :