Allan
Stewart Konigsberg (su verdadero nombre), nació en
Brooklyn (Nueva York) en 1935. Descendiente de una familia
judía muy religioso, él siempre se ha declarado
ateo. Sin embargo, hay algo en los que sí que cree:
el trabajo. Creció en el seno de una familia trabajadora
(su padre era camarero y taxista) y le inculcó el amor
al trabajo desde pequeño.
Cuando tenía tres años, Allan vio su primera
película de dibujos animados “Blancanieves”,
pero sería a los ocho, viendo un film de espadachines,
cuando pensó que a él le gustaría dedicarse
al cine.Ese mismo año en 1944, nació su única
hermana, Letty. Como todos los niños Allan sintió
muchos celos, pero aquel sentimiento pasó a convertirse
en un profundo cariño, hasta el punto de que, ya en
los años 90, la colocó a la cabeza de su productora
independiente, “Sweetland Films”.
Al acabr el colegio -donde fue un mal estudiante-, y olvidada
la idea de hacer películas, quiso estudiar para detective
o ingresar en el FBI. También se sentía inclinado
hacia la magia y la música, ya queentonces ya dedicaba
muchas horas a escuchar jazz y a tocar su instrumento preferido:
el clarinete (aficiones que aún hoy practica, acudiendo
cada lunes a un pub de Manhattan para interpretar piezas de
jazz junto a otros músicos)
El éxito que sus bromas tenían entre los amiguetes
del barrio lo animó a acudir a periódicos y
revistas para ofrecer sus geniales frases y , aunque sus padres
lo convencieron para que se matriculara en la universidad,
Allan empezó a colaborar con famosos columnistas de
la época. Al principio no cobraba ni un duro por ese
trabajo pero pronto le encargaron guiones para la televisión.En
pocos años, sus ingresos se incrementaron hasta niveles
insospechados, así que decidió dejar la Universidad.
En 1964 debutó como cómico en un club, una actividad
que enseguida le reportó grandes éxitos y que
no abandonó hasta la década de los 70. Era un
cómico atípico porque, además de que
él era el autor de sus propias gracias, aparecía
en escena con un traje de pana en lugar de smoking, algo totalmente
inusual entonces.
Durante una de aquellas actuaciones, un productor cinematográfico
le propuso que escribiera un guión para cine. Se trataba
de “¿Qué tal, Pussycat?”, que data
de 1965. En la misma época empezó a publicar
sus ocurrencias en periódicos y revistas, donde le
encargaban artículos, columnas y relatos. También
escribía obras de teatro y cuentos, que alternaba con
guiones para la gran pantalla y, por fin, en 1968, dirigió
su primera película: la hilarante “Toma el dinero
y corre”. La siguiente fue “Bananas”, rodada
en 1971 y, a partir de entonces, no ha pasado un año
sin que estrenara un nuevo trabajo cinematográfico:
“Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca
se atrevió a preguntar”, “El dormilón”,
“Annie Hall” (que recibió 2 Oscar, a cuya
entrega no asistió), “Manhattan”, “La
rosa púrpura de El Cairo”, “Hanna y sus
hermanas” (otro Oscar), “Delitos y faltas”...
hasta un total de 34.
Pese a ser un tipo timidísimo, neurótico -lleva
30 años psicoanalizándose-, obsesivo e hipocondríaco,
su inteligencia y sentido del humor le han hecho tener un
considerable éxito con las mujeres, esos seres en torno
a los que gira todo su universo cinematográfico.
A lo largo de su vida, Woody ha contraído matrimonio
en tres ocasiones, y ha mantenido dos relaciones sentimentales
duraderas. Su primera esposa fue Harlene Rosen, con quien
estuvo casado desde 1956 hasta 1962. Luego vino Louise Lasser,
que fue su mujer de 1966 a 1969. Más tarde, Allen se
enamoró de la actriz Diane Keaton, con quien trabajó
por primera vez en 1972, en “Sueños de seductor”.
Su relación fue tanto profesional como personal y,
aunque nunca llegaron a casarse, estuvieron unidos durante
un largo período de tiempo.
Al romperse esta relación, ya en los 80, Woody se
unió a Mia Farrow quien, como había sucedido
con Diane, también se convirtió en su musa.
Fue una relación poco convencional, ya que cada uno
vivía en su casa. Mia, que se había divorciado
del músico André Previn, se mudó junto
con sus hijos (tres de su anterior matrimonío y siete
adoptados) a un apartamento cercano al de Allen, que tiene
vistas al Central Park. De este modo, se veían cuando
querían, pero el director no tenía que soportar
el griterío de tanto niño dando vueltas por
la casa. Pasaban el día juntos y, por la noche, cada
cual a su casa.
La relación dio como fruto muchas películas
en las que trabajaron juntos y un hijo en común: Satchel
(que hoy ya es un adolescente y ha sido rebautizado por Mia
con el nombre de Seamus). Juntos también adoptaron
a dos niños más (Moses y Dylan). Parecía
que aquella era una relación ideal, pero el destino
quiso que Allen se enamorara de una de las hijas adoptivas
de Mia y su ex marido: Soon-Yi, una joven coreana a la que
la actriz rescató de las calles de Seúl. Su
relación trascendió en 1992, rodeada de un gran
escándalo, cuando Woody y Soon-Yi llevaban tiempo viéndose
como pareja.
Aquello fue algo que Mia no pudo soportar. Llegó a
acusar a Woody de haber cometido abusos deshonestos con su
hija Dylan y de haber violado a Soon-Yi. El director tuvo
que acudir a los tribunales y nunca se llegó a demostrar
que aquello fuera cierto. Sin embargo, Mia logró que
el juez le concediera la custodia de su hijo Satchel y de
los otros dos adoptados, a los que Allen no ve desde entonces.
A pesar de que lo tenían todo en contra, la relación
entre el director y la hija de su ex mujer fue consolidándose.
Ella se trasladó al apartamento del cineasta y, en
1998, se casaron por sorpresa en Venecia, cuando ella tenía
27 años. Un año después, la pareja adoptó
a Bechet Dumaine, un bebé de raza asiática,
y algo más tarde se hicieron cargo de otra niña,
blanca, llamada Manzie Tio
Junto a Soon-Yi, Woody Allen ha encontrado estabilidad emocional.
Desde que está con ella ha cambiado algunas de sus
costumbres: ha dejado la consulta del psicoanalista, está
pensando en abandonar su apartamento de Nueva York y mudarse
a otro, viaja más (algo que a ella le encanta), e incluso,
este año, ha acudido por primera vez en su vida a la
ceremonia de los Oscar, donde ha querido, con su presencia,
animar a los neoyorkinos tras los atentados del 11 de septiembre.
Fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias
de las Artes “Me siento honrado, indigno de merecerlo,
pero encantado de que este premio llegue de un país
tan maravilloso como España y de los españoles,
que son tan receptivos a mi trabajo. Nunca antes he conocido
en persona a la realeza, y estoy deseando que llegue esta
ocasión”, declaró al conocer la noticia.
El jurado ha querido premiar así, entre otras cosas,
su “agudo sentido crítico e irónica sensibilidad”.
E ironía es lo que destila Woody Allen no sólo
en sus guiones, sino por todos los poros de su cuerpo.
VÍDEOS DE Woody Allen
A continuación podemos ver un vídeo de Woody Allen :