Thomas
Connery nació el 25 de agosto de 1930 en la ciudad
escocesa de Edimburgo (Reino Unido). Fue el tercer hijo de
Joe, camionero de origen irlandés, y Effie, una asistenta
doméstica. Desde pequeño Tam, como le llamaban
en casa, compaginó la escuela con trabajillos que ayudaban
a la economía familiar. El primero de esos trabajos
lo tuvo a los 7 años, recogiendo lecheras por las granjas.
Como adolescente, estaba más interesado en el boxeo
y el fútbol -fue delantero centro con los Fetlor Amateurs-
que en sus estudios en la Daroch School. Cuando estalló
la Segundo Guerra Mundial y su padre se incorporó a
la sección de montaje de motores de aviación
de la Rolls Royce, dejó la escuela para ponerse a trabajar.
Tuvo diversos trabajos hasta que, a los 16 años, se
alistó en la Marina. Tres años después
se licenció por una úlcera de duodeno.
De regreso a su ciudad natal, se ganó la vida en las
actividades más variopintas: guardaespaldas, trabajador
de pompas fúnebres, albañil, modelo... Su tiempo
libre lo dedicaba a muscular el cuerpo en los gimnasios. Con
1,85 m de altura y unas facciones más que correctas,
representó a Escocia en el concurso de Míster
Universo en 1953. Quedó en tercer lugar y fue su trampolín
para empezar en el mundo del espectáculo. Primero,
formó parte del coro de la comedia musical “South
Pacific” durante 18 meses. Después cambió
su nombre de pila por Sean y probó suerte en la televisión.
En aquel entonces conoció a su primer gran amor, Julie
Hamilton, una fotógrafa que sería decisiva en
su carrera. Julie le hizo un completo book fotográfico,
que enviaban a los agentes sin mucho éxito y se convirtió
en el paño de lágrimas de sus duros comienzos.
Tras infinidad de papelitos minúsculos en series
de televisión, debutó en 1954 como figurante
en una comedia romántica protagonizada por Errol Flynn.
Sus inicios fueron un deambular por películas sin importancia
hasta que la filial inglesa de la 20th Century Fox le ofreció
un contrato de siete años. Su primer trabajo importante
fue con Lana Turner en “Brumas de inquietud”,
pero su romance con la actriz norteamericana estuvo a punto
de costarle caro: el gángster Johnny Stompanato, entonces
amante de la Turner, llegó a Londres dispuesto a partirle
las piernas sino dejaba en paz a su chica. Tras romper su
relación con Julie, Connery conoció a Diana
Cilento, actriz e hija de un médico con título
nobiliario. La pareja contrajo matrimonio en 1962 y, al año
siguiente, tuvieron a su hijo, Jason. Por su parte, Connery
adoptó como suya a Giovana,una hija de Diana.
En 1962, Sean Connery fue elegido para protagonizar “Agente
007 contra el Dr.No”, primera película sobre
el agente británico creado por el escritor Ian Flemming.
Tras barajar los nombres de Trevor Howard, Richard Burton,
James Mason y Peter Finch para el papel, los productores le
dieron el papel a Connery. Según algunos, por un criterio
económico: el escocés sólo cobró
15.000 dólares. Su actuación no convenció
a la crítica, pero el público quedó entusiasmado
con aquel personaje cínico con licencia para matar,
que probaba los inventos más sofisticados y seducía
a las mujeres más hermosas. Tras el éxito, “Desde
Rusia con amor” fue la vuelta de Connery a las pantallas
como James Bond. La segunda también fue un éxito
y las películas del agente de Su Majestad empezaron
a sucederse: “James Bond contra Goldfinger”, “Operación
Trueno”, “Sólo se vive dos veces”...
Al margen del guión, le dio una personalidad a Bond:
elegante, sofisticado, misógino, extremadamente riguroso
y frívolo, seductor e implacable...Todo aderezado con
una burlona sonrisa y una manera única de subir la
ceja.
Aunque rico y famoso, Connery era consciente del peligro
del encasillamiento y odiaba al personaje. Decidió
alternar las películas de Bond con otras producciones.
Con “Marnie, la ladrona”, de Alfred Hichtcock,
“The Hill”, de Sidney Lumet, en la que se metió
en la piel de un antipático militar, o la comedia”Un
loco maravilloso” intentó desmarcarse de las
cada vez más repetitivas historias del agente 007.
Sin embargo, fue James Bond quien lo convirtió en el
actor más taquillero de EEUU en 1965 y 1966. Aprovechando
su popularidad, pidió un millón de dólares,
más un porcentaje de beneficios de taquilla, por hacer
la sexta entrega de la serie, “Al servicio secreto de
su majestad”. Los productores se negaron a pagarle la
astronómica cifra.
Para entonces, su matrimonio con Diana Cilento se había
ido al agua por las continuas separaciones a que les obligaban
sus respectivas carreras. Dispuesto a demostrar su valía
como actor, Connery se despojó del peluquín
que ocultaba su calvicie galopante y se dejó un enorme
mostacho. Al público le gustaban sus películas
y también la crítica aplaudía sus actuaciones.
Mientras tanto, la película “007 al servicio
secreto de su Majestad británica” resultó
un enorme fiasco. El australiano George Lazenby, que los productores
habían elegido como sustituto de Connery, era guapo
pero tan soso que la película fue una de las peores
de las 21 de que consta -hasta el momento- la saga. Para la
siguiente entrega, titulada “Diamantes para la eternidad”,
los productores tentaron a Connery con 1.200.000 dólares
para que volviera a empuñarlas armas del agente secreto.
La película pulverizó todos los récords
de taquilla y devolvió a Connery su primacía
como actor taquillero.
Tras una serie de películas no demasiado brillantes,
en 1975 pudo demostrar su excelente nivel interpretativo con
tres filmes de aventuras: “El viento y el león”,
“El hombre que pudo reinar” y “Robin y Marian”.
Después de estas tres obras, tan maestras como distintas,
Connery, que es un hombre de gran sentido del humor, algo
altivo y mandón, impaciente, elegante y con fama de
tacaño, hizo películas menores como “Un
puente lejano”, “Meteoro”, “Cuba”
o “Los héroes del tiempo”. No resistió
la debilidad de ponerse de nuevo el peluquín para dar
vida, por séptima vez en su carrera, al Bond de “Nunca
digas nunca jamás”. Esta sí fue la definitiva
y con ella Connery se vengó de los productores, ya
que la rodó sin contar prácticamente con ellos
y después de una pelea judicial sin precedentes.
Parecía que la carrera de Sean Connery, un gran aficionado
al golf que tuvo casa en Marbella y ahora reside en Bahamas,
estaba en su declive, pero el actor sorprendió con
su personaje de Guillermo de Baskerville en la versión
cinematográfica del libro “El nombre de la rosa”.
No fue una casualidad. Su trabajo en “Los intocables
de Elliot Ness” (por el que obtuvo el Oscar al mejor
secundario) y en “Indiana Jones y la última cruzada”
dejó claro que Sean Connery vivía una segunda
edad de oro en su carrera. La buena racha siguió con
“Negocios de familia”, “La caza del octubre
rojo” y “La casa Rusia”. En esta última
demostró que, traspasados los 60, seguía siendo
un gran seductor. Desde 1975 está casado con la pintora
francesa Micheline Roquebrune, con la que sigue pese a que
varias aventuras amorosas del actor han estado a punto de
romper el matrimonio. En 1993 superó un cáncer
de garganta y en 2000 la reina Isabel II lo nombró
Caballero del Imperio Británico, condecoración
que aceptó pese a ser un defensor acérrimo de
la independencia de Escocia, si bien asistió a la ceremonia
vestido con la tradicional falda escocesa. En “Descubriendo
a Forrester”, su última película, ha interpretado
a un escritor.
VÍDEOS DE Sean Connery
A continuación podemos ver un vídeo de Sean Connery :