Reina madre, el personaje más querido de la familia real británica

Reina MadreLady Isabel Angela Margarita Bowes-Lyon nació el 4 de agosto de 1900 en el condado inglés de Hertfords-hire. Fue la novena de los diez hijos que tuvieron Claude Bowes-Lyon, decimocuarto conde de Strathmore y lord Glamis, y Cecilia Cavendish-Bentinck. Los Bowes-Lyon eran el perfecto ejemplo de familia aristocrática británica del siglo pasado, que repartían el año entre diversas residencias: la de campo -Saint Paul's-, la casa de Londres y el castillo de Glamis, en Escocia. Cada desplazamiento suponía el traslado de un “ejército” de niñeras, tutores y sirvientes.

Según los usos de la época,la educación de las chicas de clase alta se limitaba al aprendizaje de idiomas, música, baile y literatura. Sin embargo, Isabel tuvo la suerte de tener una institutriz alemana que le enseñó matemáticas, geografía, historia, dibujo, gimnasia, lengua, piano y costura. Cuando Isabel estuvo en edad de ser presentada en sociedad, estalló la Primera Guerra Mundial y el castillo de Glamis quedó convertido en hospital, atendido por Isabel, su madre y su hermana mayor, Rose, enfermera diplomada.

Finalizada la guerra y recuperada la normalidad, Isabel empezó a hacer vida social con el objetivo de buscar marido. En un baile conoció a David, príncipe de Gales, y a su hermano, Alberto. Dicen que, al igual que el resto de las jóvenes de la alta sociedad de la época, Isabel se enamoró del rubio y díscolo heredero, pero fue el apocado y tímido Bertie, como lo llamaban en familia, quien la conquistó.

La boda se celebró en la abadía de Westminster el 26 de abril de 1923 con la asistencia de 3.000 invitados. El vestido de la novia, de crepe de seda color marfil, estaba bordado con cristales, perlas y puntillas de Notingham. Tras la ceremonia, se convirtió en la tercera dama del Reino, tras su suegra, la reina Mary, y la Reina viuda Alejandra.

Al poco de casarse, dio la que sería su primera y última entrevista. Joven e inexperta, respondió con sinceridad al periodista y lo publicado enfureció al Rey, que la reprendió severamente. Isabel recibió su primera lección sobre la discreción y el respeto que debía guardar como miembro de la Familia Real. Nunca lo olvidó, de manera que siempre ha sido un personaje entrañable para el pueblo, pero también el más hermético de los Windsor. A los tres años de la boda, el 21 de abril de 1926, nació su primera hija: Isabel. Cuatro años después,el 21 de agosto de 1930, alumbró a la segunda y última hija de la pareja: Margarita.

Con temperamentos absolutamente diferentes, los duques de York se entendían a la perfección. Bertie adoraba a su esposa, que era alegre, tenía mucho carácter y le aportaba la confianza que tanto necesitaba. Los primeros años de la pareja fueron tranquilos, domésticos y felices, especialmente para las dos princesas que crecieron rodeadas de flores, perros y caballos.

La armonía familiar se rompió bruscamente en 1936 cuando Eduardo VII abdicó, diez meses después de haber subido al trono, para casarse con Wallis Simpson, una norteamericana dos veces divorciada. El gobierno inglés aceptó encantado la renuncia teniendo en cuenta las simpatías del Rey por Hitler.

Bertie subió al trono el 12 de mayo de 1937 como Jorge VI e Isabel se convirtió en Reina. Pero no era una situación sencilla. Tartamudo e inseguro, Jorge VI no daba el perfil del Rey que Gran Bretaña necesitaba. De hecho, fue su esposa quien evitó la desintegración de la monarquía inglesa en esos difíciles momentos. Ella, que nunca perdonó al duque de Windsor y no permitió que Wallis recibiera tratamiento de Alteza Real, fue la figura fuerte que le apoyó en todo momento.

Aunque Isabel no quería ser Reina, pronto empezó a disfrutar de su nueva condición. Durante la Segunda Guerra Mundial se ganó la devoción y respeto de toda la nación cuando se quedó en Londres con el rey y sus hijas, aguantando, junto a su pueblo, los bombardeos nazis sobre Londres, que destruyeron parte del palacio de Buckingham. Sus visitas a los hogares destruidos han quedado dentro de la memoria colectiva de los británicos y quizás expliquen que fuera el miembro de esa familia más querido.

En febrero de l952, la muerte de Jorge VI fue un durísimo golpe para ella. Estaba en la cima de su popularidad y, de la noche a la mañana, se quedó viuda y dejó de ser la primera dama. Perdido el uso de los palacios y residencias reales, se recluyó, deprimida, en Clarence House con el tratamiento de Reina Madre. Pero su carácter era demasiado vitalista para hundirse, así que enseguida vio que había perdido estatus pero había ganado libertad. Cual “viuda alegre”, empezó a disfrutar de todo lo que le proporcionaba la vida: bailes, reuniones con amigos, buenos restaurantes, ropa, fiestas... Con los años fue reduciendo el apetito voraz de su juventud, pero nunca perdió su debilidad por el champán y los gin tonics, que tomaba tan generosamente que algunos de sus conocidos aseguraban de ella que se conservaba en ginebra. También se aficionó a la pesca, a la crianza de caballos de pura raza y, sobre todo, a apostar en las carreras de caballos. Los gastos que su casi ludopatía le reportaba, así como su fastuoso tren de vida (vestidos, complementos, joyas, objetos y coches de lujo y ser el miembro de la familia con más sirvientes) le hicieron acumular unas deudas astronómicas que afrontó su hija, la ahorradora y rica Isabel II, quien, pese a sus diferencias de caracteres, siempre ha sentido veneración por su madre.

Más tradicional que su hija, la Reina Madre siempre se opuso a la modernización de la monarquía. Casi tuvo un síncope cuando la soberana le comunicó que los “royals” pagarían impuestos y odiaba todo lo que supusiera una pérdida de privilegios de los de su clase. Admiradora a ultranza de Margaret Thatcher, la venerable abuelita tenía una ideología de armas tomar: Partidaria de la pena de muerte, defensora de los privilegios de las clases altas, opuesta a la unión de Europa, detractora de la inmigración y firme defensora de que los africanos no saben gobernarse.

Estrechamente unida con Carlos de Inglaterra, su nieto preferido, siempre se ha dicho que fueron la Reina Madre y lady Fermoy, su dama de compañía y abuela de lady Di, quienes concertaron el matrimonio del heredero con la joven aristócrata que luego les salió rana. Una vez estallado el escándalo, la Reina Madre cargó tintas (ayudada por su yerno, el duque de Edimburgo) contra Diana, a la que consideraba una traidora y una nueva Wallis Simpson. Fue la que más insistió en que, tras el divorcio, le fuera retirado el tratamiento de Alteza Real, y nadie la vio enjugar una lágrima cuando la princesa perdió la vida en 1997.

Su debilidad por Carlos, con el que compartía el gusto por la conversación y un sentido del humor muy flemático, no le hizo aceptar a Camilla en la familia. Firme detractora del divorcio, siempre estuvo en contra de un nuevo matrimonio de su nieto, futuro Rey. En enero de 1998 su salud de hierro se vio perturbada por una delicada operación de cadera que la obligó a usar bastones para caminar. Tres días antes de cumplir los 101 años ingresó de nuevo en el hospital por una anemia,que superó. Lo que no pudo superar fue la muerte, el 9 de febrero de 2002, de su hija Margarita. El 30 de marzo, menos de dos meses después, la Reina Madre fallecía en el castillo de Windsor mientras dormía. Con ella moría el personaje más admirado y respetado de la monarquía británica.



VÍDEOS DE Reina Madre
A continuación podemos ver un vídeo de Reina Madre :





Fotos de Reina Madre:



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