Raquel Welch

Raquel WelchJo Raquel Tejada nació el 5 de septiembre de 1940 en Chicago (EEUU). Fue la primogénita de los tres hijos de Armando Carlos Tejada, un ingeniero aeronáutico boliviano, que, con 17 años, se fue a vivir a los EEUU donde se casó con Josephine Sarah Hall, cuyos antepasados estaban relacionados con John Quincy Adams, sexto presidente de los EEUU y con los pasajeros del “Mayflower”, el barco que transportó a los primeros colonos ingleses.

Cuando lo tenía 2 años, a su padre le destinaron a San Diego y allí nacieron sus dos hermanos pequeños, James y Gale. “Mi padre se casó con una norteamericana y en casa nunca se habló español”, ha asegurado en su libro autobiográfico “Raquel Welch: más allá del escote” esta actriz que, durante décadas, renegó de una ascendencia latina que ahora reivindica. En la escuela, fue una niña estudiosa con un cuerpo flacucho y desgarbado del que sus compañeros se reían llamándola “patas de pájaro”. Pero aquellas chanzas no la traumatizaron. Todo lo contrario. Dotada de una voluntad de hierro, se sometió intensas sesiones de gimnasia y clases de ballet. Para cuando cursaba estudios secundarios en La Jolla Hight School, Raquel -de busto prominente, piernas torneadas y firmes caderas- era líder de las animadoras deportivas.

Tras ver una decena de veces en el cine “Las zapatillas rojas”, dejó los estudios para ser bailarina profesional. Su padre no estaba de acuerdo, pero acabó aceptándolo y le pagó las clases con Irene Clark, una profesora que le recomendó que no se comportara con humildad, porque sólo la ambición sin cortapisas podría llevarla a convertirse en estrella. Pero lo que realmente hizo cambiar su destino fue cuando, con sólo 15 años, se presentó al tradicional concurso de belleza anual de La Jolla. Aquel fue el primer título de belleza al que seguirían otros muchos; “Miss Fotogenia”, “Miss San Diego”, “Miss Curvas”, “Sirena de California”...Los miembros del jurado siempre estaban de acuerdo en lo mismo: “Era distinta a las demás. La belleza no era lo más importante, sino el aplomo con que subía al escenario. Las otras chicas también eran guapas, pero estaban atemorizadas. Ella, sin embargo, era hermosa y se sentía segura”. Con unos hermosos ojos pardos, larga y frondosa cabellera morena, 1,68 metros de altura, 54 kilos de peso y unas medidas de vértigo (95- 62 -92) , Raquel materializaría su sueño: ser una de las 100 estrellas más sexys del siglo XX.

Tras abandonar la danza por el teatro con el objetivo de convertirse en actriz, Raquel contrajo matrimonio con James Westley Welch, antiguo compañero de colegio del que tomaría el apellido. Se casó embarazada de su primer hijo, Damon, que nació cuando ella tenía sólo 19 años. En 196 1,vino al mundo una niña, Tahnee, lo que no evitó que el matrimonio se divorciara tres años después.

A pesar de que la maternidad le quitaba mucho tiempo, Raquel se matriculó en Arte Dramático en el San Diego State College, posaba como modelo y se presentaba a todos los “castings” que había. Ella y sus hijos se mudaron a un pequeño apartamento en Dallas, donde, para completar la pensión que le pasaba su ex marido, trabajó como camarera, modelo de lencería y bañadores y chica del tiempo en una televisión local. Tras aprender algunos de los trucos de la profesión gracias al agente publicitario Noel Marshall, la carrera artística de Raquel Welch arrancó de verdad cuando, en Hollywood, a donde había emigrado, conoció a Patrick Curtis, un ex actor que había sido el hijo de Olivia de Havilland en “Lo que el viento se llevo”, que se hizo su agente y con el que acabó casándose.

Crearon la agencia Curtwell Entreprises para gestar la nueva imagen de la actriz, que causó un tremendo impacto al aparecer en biquini en la portada de la revista “Life”. “Nos conocimos y juntamos nuestros cerebros”, aseguró la actriz poco antes de debutar en el cine en “El trotamundos” un musical protagonizado por Elvis Presley(1964).También obtuvo un papel en algunos episodios de series tan famosas como “El virginiano” y en “Embrujada”. Curtis agudizó su ingenio y durante el baile anual de debutantes de Hollywood la presentó como una de las actrices más prometedoras del momento. Darryl F. Zannuck, un alto ejecutivo de la productora Fox, vio en ella a una posible sustituta de la malograda Marilyn Monroe y le hizo un contrato en exclusiva. Le dio su primer papel importante en “Viaje alucinante”, una película del género fantástico donde varios científicos eran reducidos a tamaño microscópico para poder viajar por el interior de un cuerpo humano. Pese a la antológica secuencia en la que Raquel Welch es atacada por un enjambre de anticuerpos, el personaje no le dejó mostrar todo el esplendor de su atractivo físico. En su segunda película, “Hace un millón de años”, rechazada por Ursula Andrews y que se rodó en Canarias, Welch interpretaba a una erótica cavernícola que exhibía un biquini de piel que dejaba entrever su escultural anatomía. Aquella imagen la catapultó como uno de los mitos eróticos del momento, junto a Sofía Loren o Claudia Cardinale y recibió el sobrenombre de “El cuerpo”, que años después detentaría también la despampanante “top model” australiana Elle McPherson. Hugh Hefner le ofreció mucho dinero para que apareciera desnuda en “Playboy”, pero Raquel no aceptó.

Actuó con Frank Sinatra en “La mujer de cemento” , con Dean Martin en “¡Bandolero!”, con Mae West en “Myra Breckinridge”, con Richard Burton en “Blueberd” e intervino en el musical “Bedazzled”, pero su estrellato no se consolidó en Hollywood y, pese a haber trabajado en una treintena de películas, la Meca del Cine nunca la consideró una de sus grandes actrices. Así, cuando dejaron de ofrecerle papeles protagonistas, se marchó a Europa para hacer películas de serie B como “Dispara fuerte, más fuerte” o “El animal”. Años después diría que, en su etapa de sex symbol, “era inmadura, me sentía vacía y no era feliz. Nunca quise ser un icono sexual. Soy alguien más interesante que una chica prehistórica en biquini”.

En 1969, llegó a Almería para intervenir en “ 100 rifles”, en cuyo rodaje flirteó con Sancho Gracia provocando un ataque de celos de su marido, del que acabaría divorciándose en 1972, cuando su carrera empezaba a declinar. Tres años más tarde, ganó por “Los tres mosqueteros” un Globo de Oro.

En 1980, se casó con el director y periodista André Weinfeld y, al año siguiente, debutó en Broadway para sustituir a Lauren Bacall en “La mujer del año”. Consciente de que, a partir de los años 80 su carrera no volvería a despuntar, Raquel saco tajada de su belleza y su figura editando “The Raquel Welch total beauty and fitness program”, un video para mujeres maduritas con ejercicios aeróbicos, recetas de cocina y posturas de yoga, técnica en la que fue una de las primeras famosas en iniciarse. Además, se convirtió en exitosa empresaria gracias al lanzamiento de su propia colección de pelucas, una línea de joyas y otra de maquillaje.

En 1985,volvió a viajar a España para felicitarnos las fiestas navideñas de la mano de Freixenet en un anuncio donde lució un ajustado traje negro calado que dejaba ver que seguía siendo “El cuerpo”.Tras su tercer divorcio en 1990, Raquel continuó potenciando sus negocios, asistía a entregas de premios y acontecimientos benéficos y, en 1996, obtuvo una estrella con su nombre en el Paseo de la Fama de Hollywood. De tanto en tanto era actriz invitada en series tan populares como “Seinfeld”, “Central Park West” o “Central Park West” . El mismo día del año 1999 en el que desaparecieron en accidente de aviación John Kennedy Jr. y su mujer, se casó con Richard Palmer, un atractivo propietario de una cadena de pizzerías 19 años más joven que la actriz. “Cuando vi que a Richard se le saltaba las lágrimas de emoción me sentí muy feliz. Era algo con lo que había soñado muchas veces”, confesó Raquel, que también tiene su lado romántico.

En el 2001 ,1a directora española María Ripoll la rescato para la gran pantalla proponiéndole protagonizar “Tortilla soup “, pero la película no tuvo éxito. Al año siguiente, viajó por primera vez a Bolivia, la tierra de su padre y se prometió a sí misma que iba a aprender español; “Nunca profundicé en mis raíces, me arrepiento por todo ello y he arrastrado un gran vacío interior”, confesó esta diva de sangre latina, sugerentes escotes, imperturbable sobre sus tacones de aguja y con una mirada felina capaz de atravesar más de un corazón.

En una de sus últimas visitas a España, país en el que se siente como en casa, demostró que aún tiene aires de gran estrella al aparecer flanqueada por sus mánagers, peluqueros y asistentes. “La señora ha pedido tres solomillos, uno muy hecho, otro medio hecho y otro casi crudo. Luego elegirá cual se come”. En sus apariciones públicas, y aunque no pierde ocasión de renegar de su pasado como “sex symbol”, es ella quien dice donde se tienen que poner los fotógrafos. Separada de su último marido, no ha dudado en ponerle sentido del humor a sus numerosos fracasos sentimentales: “Mi primer esposo no cocinaba; el segundo debería haber cocinado porque ése hubiera sido su único talento; el tercero, el francés, sólo sabía cocina y nada más y sólo mi cuarto marido era hábil con las manos. .. en cuestiones culinarias”. Después de cuatro bodas, su corazón está solo, pero se siente a gusto: “No echo de menos a un hombre; el sexo esta sobrevalorado. Es más el ruido que las nueces. Una ventaja de envejecer es que dejas de ser un objeto sexual”. Proclive a hablar sobre sus compañeros de reparto dc décadas anteriores, en su autobiografía ha escrito que “Richard Burton era un misil guiado por el calor, un romántico incurable. Él y Elizabeth Taylor eran como Brad Pitt y Angelina Jolie. Frank Sinatra tenía tanto carisma que se te caía la baba. Le encantaba hacer diabluras y se tomaba muy en serio sus bromas y Dean Martin era un fresco y sabía como liarte”.

A sus 70 años recién cumplidos, Raquel se ha explayado en sus memorias para dar cuenta de sus peripecias en el mundo del espectáculo. Habla también del envejecimiento, de la etapa de la menopausia y da consejos a las más jóvenes, aunque pocos la creen cuando asegura que jamás se ha hecho un “lifting” y que la única operación a la que se ha sometido es una rinoplastia. “Me siento joven y viva, pero viendo a mi hija sé que ya no soy ninguna chavala. Me cuesta mucho trabajo mantener este cuerpo, hago yoga durante una hora y media diaria y voy al gimnasio seis veces por semana”, confiesa este mito erótico de la década de los 70.

VÍDEOS DE Raquel Welch
A continuación podemos ver un vídeo de Raquel Welch :





Fotos de Raquel Welch:



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