Mariana de Pineda

mariana_de_pinedaMariana Rafaela de Pineda Muñoz nació el 1 de septiembre de 1804 en Granada. Fue la segunda hija natural (la primera, Luisa, había fallecido un año antes) de la cordobesa María de los Dolores Muñoz y de Mariano de Pineda, un capitán de navío retirado, nacido en Guatemala pero descendiente de una familia española de abolengo. La diferencia de clases, ya que María Dolores era de clase humilde, hizo imposible la boda de la pareja, que, tras el nacimiento de Mariana, se peleó ante los tribunales por cuestiones de dinero.

Con sólo 15 meses, Mariana quedó huérfana de padre y, ante el desapego de su madre, fue confiada a la tutela de un tío paterno. Pero este hombre mayor y ciego, que al poco tiempo se casó con una joven, no se hizo cargo de la pequeña. A los tres años, Mariana fue entregada a un matrimonio -los Mesa- que trabajaban para Pineda. Pese a ser única heredera de su padre, Mariana no heredó todos sus bienes, pero tampoco -en contra de lo que decía la leyenda sobre ella- pasó penurias en su infancia.

Llegada a la adolescencia, Mariana destacaba por la belleza de su rostro y de sus ojos azules. Tenía sólo 14 años cuando conoció a Manuel de Peralta y Valte, de 25 años, caballero cumplidísimo y ex militar que tenía unas profundas ideas liberales. La pareja contrajo matrimonio el 9 de octubre de l8l9 en la iglesia parroquial de Santa Ana. Seis meses después, el 3l de marzo de 1820, nació el primer hijo de la pareja, José María. La segunda, Ursula María en honor de la madre adoptiva de Mariana, nació el 22 de agosto de 1821. Pero la felicidad de Mariana, que estaba muy enamorada de su marido al que admiraba profundamente en su ideario político, no iba a durar mucho. Peralta estaba enfermo y falleció el 12 de mayo de 1922. Peralta, que se había distinguido por su amoral programa constitucional que imperó durante el “trienio liberal”(1820-1823), murió dejando a la viuda, de 18 años, en una situación económica nada boyante.

 Tras la inesperada muerte de su marido, Mariana fue presa de una depresión tan intensa que se temió por su vida. Tardó casi un año en recuperar la alegría que la caracterizaba. Para entonces, el rey Fernando VII, ayudado por el ejército francés, abolió la Constitución española y se proclamó monarca absoluto. Se inició entonces lo que la Historia llamó “Década ominosa”, una época caracterizada por la represión y el encadenamiento de detenciones, atropellos, torturas y ejecuciones. Juan Martín, “El empecinado”, el primer guerrillero de la guerra de la Independencia, fue detenido y durante dos años se le exhibió (con insultos y burlas) en una jaula los días de mercado. 

La tradición de la época imponía que Mariana fuera una viuda que guardara duelo y se limitara al cuidado de sus dos hijos, pero en la joven habían prendido los ardientes ideales políticos de su marido y Mariana tomó partido activo por la causa de los oprimidos. Los políticos granadinos opuestos al absolutismo encontraron en ella una mujer inteligente y voluntariosa, siempre dispuesta a ayudar a quienes lo necesitaban.

Pero Mariana no sólo estaba viva para la política. El amor también había vuelto a llamar a su corazón en la persona del capitán Casimiro Brodett. La boda, sin embargo, no llegó a celebrarse por causas que los historiadores no han podido determinar, pero que sumieron a la joven en una gran melancolía. Una tristeza de la que no la sacó el apasionado amor que por ella sentía José de Salamanca, un estudiante de Leyes. 

Mariana no sólo cautivaba por su enorme belleza física, sino por la armonía y tranquilidad que emanaba su presencia y por su notable inteligencia. Era una de las pocas mujeres que acudían a las reuniones clandestinas que se organizaban para prepararlas conspiraciones políticas. La Policía sospechaba de ella, pero no tenían pruebas para encarcelarla, ya que Pineda siempre intentó no levantar sospechas.

 En 1825 hizo su aparición la figura de Ramón Pedrosa y Andrade, un siniestro personaje que sería figura capital en la tragedia que se iba a cernir sobre Mariana de Pineda. Según algunos historiadores, Pedrosa, que había sido nombrado alcalde de Granada por el rey Fernando VII, se enamoró perdidamente de Mariana. Al no ver su amor correspondido por la bella dama, Pedrosa se afanó a fondo en buscar la manera de arruinarle la vida.

En 1828 Mariana tenía en la cárcel a su primo, don Fernando Álvarez de Sotomayor, condenado a muerte por haber participado en un alza-miento, fracasado, de milita-res liberales. Si bien el poeta Federico García Lorca relacionó sentimentalmente al militar con la viuda, no se han encontrado documentos que pudieran acreditar dicho amor. Lo que sí se sabe es que fue Mariana quien diseñó el plan con el que Sotomayor, disfrazado de fraile capuchino, pudo huir de la cárcel.

No era la primera vez que Mariana se implicaba en una fuga, ya que colaboraba activamente consiguiendo pasaportes y ayuda para exiliados y distribuía textos clandestinos. La viuda mantenía correspondencia habitual con el general Torrijos y con otros revolucionarios que vivían exiliados en Gibraltar, colonia británica. El 9 de enero de1829 Mariana dio a luz a Luisa, que fue inscrita como hija natural. El padre era José de la Peña y Aguayo, un guapo estudiante cordobés de Leyes con el que parece ser que Mariana se había casado con un matrimonio secreto de los llamados de “conciencia”. Sin embargo, con el tiempo, José, que nunca reconoció a su hija, se casó con una señorita huérfana y rica.

Tras fracasar las tentativas de Espoz y Mina y de Torrijos para restaurar el sistema constitucional, el siniestro Pedrosa supo por sus agentes que en Granada se bordaba secretamente una bandera para un proyectado alzamiento de los liberales granadinos. Los biógrafos cuentan que cuando registraron la casa de Mariana de Pineda apareció la citada bandera con el lema “ley, libertad, igualdad” y el bastidor con el que la estaba bordando.

Acusada de ser la propietaria de la bandera, Mariana quedó detenida en su propia casa y Pedrosa inició sus interrogatorios para arrancar de su amada no sólo una confesión, sino la lista de sus cómplices. Pero Mariana permaneció inmutable, tanto si Pedrosa la maltrataba e insultaba como si le ofrecía todo tipo de pactos o indulgencias. Cuatro días después, pese a hallarse enferma y muy cansada, la joven pensó en huir. Lo intentó, pero la sorprendieron y el juez que instruía su causa, Gregorio Ceruelo, ordenó su encarcelamiento. Así, el 27 de marzo de 1831 Mariana ingresó en el Beaterio de Santa María Egipciaca, la cárcel de mujeres donde viviría sus dos últimos meses de vida. Acusada de los delitos de “exaltada adhesión al sistema constitucional revolucionario” y de mantener “relación y contacto con los anarquistas expatriados en Gibraltar”, fue condenada a muerte. Se le ofreció indulto si delataba a sus cómplices, pero Mariana, que en la prisión sufrió hambre, frío y malos tratos, se negó en rotundo a delatar a ninguno de ellos y aceptó la muerte.

Los argumentos esgrimidos por su abogado defensor no consiguieron librarla de la pena capital y, en las primeras horas de la mañana del 26 de mayo de 1831, en la plaza del Triunfo de Granada, Mariana de Pineda murió ajusticiada por garrote vil. Tenía sólo 26 años de edad. Un siglo después, en 1925, el poeta Federico García Lorca convirtió a esta heroína en figura de leyenda con su libro “Mariana Pineda. Romance popular en tres estampas”.

VÍDEOS DE Mariana de Pineda
A continuación podemos ver un vídeo de Mariana de Pineda :





Fotos de Mariana de Pineda:



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