Según
sus propios cálculos, Mae West nació en el barrio
neoyorquino de Brooklyn el 17 de agosto de 1893, aunque hay
quien asegura que el nacimiento se produjo en 1883 y otros,
en 1886. Fue hija de un boxeador apodado Battling Jack,y de
una modelo alemana, llamada Mathilde Delka. La pareja, que
no matrimonio, tuvo otra hija y un varón. La vida de
la pequeña Mae nunca fue normal. Su madre la consideraba
diferente a sus otros hijos y la animó a seguir la
carrera de artista. A los cinco años. Mae intervenía
en las obras que se hacían en su parroquia, haciendo
imitaciones de artistas famosos de la época. Con sólo
siete años tuvo oportunidad de debutar ante el público
cantando y bailando en un concurso, que ganó bajo el
nombre artístico de Baby Mae. Fue ése el inicio
de su carrera artística.
Entre los nueve y los 11 años, mientras asistía
a clases de canto y baile, Mae trabajó como actriz
infantil. En 1903 hizo una gira por todo el país con
espectáculos musicales. A los 15 años, después
de haber perdido la virginidad con su profesor de piano y
haber contabilizado dos novios, Mae West protagonizó
una obra de vodevil con William Hogan. Uno de los componentes
del elenco artístico era Frank Wallace, un apuesto
cantante y bailarín con el que Mae formó pareja.
La relación profesional, que resultó un rotundo
éxito, se convirtió en amorosa y contrajeron
matrimonio el 11 de abril de 1911 en Milwaukee, Wisconsin.
Mae tenía entonces sólo 18 años. Según
algunas versiones, la unión apenas duró unos
meses y se separaron, tanto personal como artísticamente,
mientras que otros aseguran que Mae, pese a sus aires de vampiresa
y devora hombres, fue fiel a su pareja durante años.
De lo que sí hay constancia es que se divorciaron en
1942.
Sin pareja artística, Mae se embarcó en una
agotadora gira por todo el país para, al final, volver
a Nueva York. Durante su actuación en una sala de Broadway
la vio Florenz Ziegfeld, un importante empresario teatral.
Pero no sería con él con quien estrenaría
su revista “Broadway”, que supuso su primer éxito
y el inicio de su carrera ascendente. Además de “inventar”
el kitsch a golpe de ceñidos vestidos, un rubio platinísimo,
recargados maquillajes, ostentosas plumas y pieles y aparatosos
peinados, Mae se convirtió en una picante y descarada
artista de music hall, que hacía las delicias del público
con sus frases subidas de todo. En la década de los
20, puso de moda un nuevo baile, el shimmy, y a partir de
1926 empezó a actuar en obras de teatro escritas por
ella misma: “Sexo” fue su primer escándalo.
Después de 385 representaciones, la obra fue prohibida
ya Mae, que era autora, empresaria y primera estrella del
espectáculo, la condenaron a 10 días de cárcel
y al pago de una multa por “corromper a la juventud”.
Pero tanta persecución fue como un bumerang,ya que
hizo de la actriz un ídolo popular. Conquistado Broadway,
la actriz volvió a los escenarios con “El lastre”
(The Drag), en la que trataba el espinoso y estigmatizado
tema de la homosexualidad. Además de provocadora, Mae
era una mujer inteligente, lo que resultaba “insultante”
en una época y un mundo en el que las mujeres eran
un cero ala izquierda. “Lilí Diamantes”
fijó su imagen característica: grandes bucles
dorados, caminar con contoneos, vestuario victoriano, maquillaje
recargado y profusión de joyas. Otra de sus obras,
“El hombre objeto”, la llevó a los tribunales
con la acusación de obscenidad en un juicio que se
hizo famoso y que ganó ella. Con poco más de
1,50 de altura y un cuerpo tendente a ajamonarse, Mae nunca
enseñó demasiado. “Nací con sofisticación
y sex appeal, pero nunca fui vulgar ni me gusta la obscenidad”,
dijo en una ocasión. Su fuerte eran sus frases: “Querido,
¿te alegras de verme o es que llevas una pistola en
el bolsillo”, o “Cuando soy buena, soy buena,
pero cuando soy mala soy mejor”. Feminista, jamás
se hubiera definido así, usó el sexo con humor
para reírse de un mundo dominado por los hombres.
Cuando Mae llegó a Hollywood para rodar su primera
película no era ni una jovencita ni una desconocida.
Tenía 40 años, era famosa y, apenas llegar a
la Meca del Cine, dijo: “No soy una chica de pueblo
que viene a abrirse camino en la gran ciudad. Soy una chica
de una gran ciudad que viene a abrirse camino en un pueblo”.
Pero su físico estaba en las antípodas de las
estrellas del momento y le ofrecieron una pequeña intervención
en “Noche tras noche” (1932). Casi al final de
la película, Mae se quitaba el abrigo en un club nocturno
y la encargada del guardarropía exclamaba: “¡Dios
mío, que diamantes!”, a lo que ella respondía
con una caída de ojos y un: “Querida, puedo asegurarte
que Dios no tuvo nada que ver con ellos”. Su desparpajo
gustó tanto que le dieron carta blanca para hacer,
al año siguiente, su primera película como protagonista:
“Lady Lou”. Basada en un guión de la propia
actriz en el que mezclaba melodrama y comedia, es uno de sus
trabajos más representativos. Fue un éxito total
de taquilla y salvó a la Paramount de la ruina. Fue,
además, una de las primeras películas de Cary
Grant, un descubrimiento personal de la actriz como lo sería
años más tarde el guapísimo Tom Selleck.
Ese mismo año (1933) Mae rodó otra película,
con el sugerente título de “No soy ningún
ángel”, un delirio de juegos de palabras y retruécanos.
Al año siguiente, se estrenó “No es pecado”,
donde batió su récord de excentricidades, ya
que aparecía vestida de Estatua de la Libertad, de
araña negra y como un capullo de rosa, aunque la presión
de los censores la obligó a suavizar sus diálogos.
En 1935, cuando rodó “Ahora soy una señora”,
Mae West se había convertido en una de las estrellas
mejor pagadas del momento: cobraba casi 500.000 dólares
por película.
Pero su brillante carrera cinematográfica acabó
estrellándose contra la mediocridad de los puritanos,
que son los verdaderos obsesos del sexo. La rancia Liga Nacional
de la Decencia y el todo poderoso magnate de la prensa William
Randolph Hearst (cuya amante, Marion Davies, era la gran rival
de Mae) se le lanzaron al cuello con “Klodike Annie”(1936),
que se estrenó en medio de un fuerte escándalo.
Pero West se había convertido en un mito popular
a la altura de Supermán y no era tan fácil destruirla.
Aunque sus exigencias resultaban cada vez más fuertes,
pudo aún hacer cuatro películas antes de que
la presión la obligase a dejar el cine y refugiarse
en la radio, los teatros y el cabaret. Su popularidad seguía
siendo mucha: Walt Disney se inspiró en ella para el
personaje de la sirena Cleo de “Pinocho”, la Coca-Cola
hizo su envase según su silueta y durante la Segunda
Guerra Mundial los pilotos británicos de la RAF llamaban
con su nombre al chaleco salvavidas que los protegía
del fuego nazi.
En 1969, a petición de la Fox, volvió a los
platós con “Myra Breckinridge”, donde,
pese a ser una mujer que rozaba la tercera edad, representaba
su papel preferido: la de la chica “que perdió
la virginidad y nunca lo echó en falta”. En 1978,
cuando ya era una octogenaria que disfrutaba de pareja estable
más joven que ella, rodó su última película,
“Sexteto”, en la que salía vestida de vampiresa
y rodeada de fornidos galanes. El 22 de noviembre de 1980,
tras un internamiento en un hospital por una caída,
murió en su barroca mansión de Hollywood en
brazos de Paul Novack, su compañero, 26 años
más joven que ella, y que había cuidado de la
actriz en la última etapa de su vida.
VÍDEOS DE Mae West
A continuación podemos ver un vídeo de Mae West :