László
Kubala Stecz nació el 10 de junio de 1927 en Budapest
(Hungría). Sus padres, Paul y Anna, eran eslovacos.
Él trabajaba en la construcción y jugaba al
fútbol en el Ferencvaros y ella estaba empleada en
una fábrica de cartonajes. No tuvo hermanos y se crió
con su abuelo, que era polaco. Probó suerte en el boxeo,
pero lo dejó porque tenía los brazos cortos,
y, con esa envergadura, habría recibido muchos golpes.
Alejado del ring, fichó a los 11 años por el
Ganz. Falsificó su lecha de nacimiento porque la federación
exigía un mínimo de 12 años.
A los 15 años ascendió con su equipo a primera
división y dos años después lo fichó
el Ferencvaros, el equipo de su padre. En su casa celebraron
con una gran comida aquel fichaje que les parecía millonario,
sin saber que en realidad su hijo iba a ganar el doble de
lo que les había dicho.
Fue internacional por Hungría, la primera de las
tres selecciones nacionales en las que Kubala jugaría,
y en su debut los húngaros derrotaron a Austria por
0-5. Meses después, al poco de que finalizara la Segunda
Guerra Mundial, falleció su padre, y su madre regresó
a Checoslovaquia, donde vivía toda su familia. Kubala
se fue con ella y firmó contrato por el Bratislava,
donde era entrenador Fernando Daucik, con cuya hermana, Anna
Viola, se casó el 22 de mayo de 1947. Meses después
de la boda regresó él solo a Budapest para jugar
en el Vasas. Celebró su ventajoso contrato saliendo
a la calle para dar de comer y vestir a todos los pobres que
encontró a su paso. Con el resto, compró una
casa para su madre, en la que ésta residió hasta
su muerte, a los 73años. Durante los tres últimos
meses de aquella temporada su esposa dio a luz en Checoslovaquia
a Branko, el primero de sus tres hijos (después nacerían
László, en Italia, y Carlos, en Barcelona).
Por cuestiones políticas, el jugador no pudo dejar
Hungría y no conoció al niño hasta pasado
un año.
Pero Kubala quería escapar a Occidente. A principios
de 1948, cuando el comunismo se proclamó en Hungría,
el futbolista atravesó la frontera de Austria en un
camión disfrazado de soldado soviético. Finalmente,
llegó a Italia y fue a parar al campo de refugiados
de Busto Arsizio. Allí se integró en un equipo
de fútbol de exiliados llamado Pro Patria. Al ser apátridas,
no podían jugar profesionalmente, pero hacían
partidos amistosos de exhibición para ganarse la vida.
Al poco, Kubala y su cuñado crearon otro equipo al
que llamaron Hungaria. El Torino le propuso a Kubala viajar
a Lisboa para jugar unos amistosos, pero el jugador renunció
porque quería reencontrarse con su mujer y su hijo,
que habían escapado de Checoslovaquia y estaban en
Udine, al norte de Italia. Fue un golpe de suerte ya que,
a su regreso de Portugal, el avión se estrelló
en Superga (Italia) y pereció todo el pasaje.
La primera actuación de Kubala fue en Madrid en 1949.
Poco después, el Hungaria jugó en Sarriá
contra el Español. Pepe Samitier, uno de los grandes
jugadores del Barcelona que trabajaba como secretario técnico
del club, quedó fascinado con la manera de jugar al
fútbol de aquel fortachón rubio y de ojos azules.
El Barça inició los trámites de su fichaje,
que se concretó el 15 de junio de 1950. El 1 de junio
de 1951, cinco días después de la final de Copa
que el Barça ganó a la Real Sociedad, el gobierno
del general Francisco Franco (gran admirador de Samitier)
le concedió la nacionalidad española. Tras bautizarse,
como le exigieron, pasó a ser oficialmente Ladislao
Kubala, aunque para sus amigos y la afición siempre
fue Laszi.
La primera vez que Kubala jugó un partido con la
camiseta azulgrana fue el 12 de octubre de 1950 en un amistoso
contra el Osasuna, Pero su presentación oficial fue
el 29 de abril de 1951 en un encuentro de la Copa del Generalísimo.
Aquel trofeo fue, precisamente, el primero de los nueve títulos
que conseguiría con el Barcelona. Dos meses antes,
en un encuentro con el Sporting de Gijón en el estadio
de Les Corts, Kubala anotó siete goles, un récord
que nadie ha podido superar.
Convertido en un auténtico fenómeno de masas
al que todos los aficionados querían ver en acción,
Kubala fue el “responsable” de que el estadio
barcelonista de Les Corts se quedara pequeño y el club
decidiera la construcción del actual Camp Nou. La “era
Kubala” -en especial sus tres primeras temporadas como
azulgrana- fue una etapa mítica. El húngaro
tenía un juego brillante, espectacular, completamente
diferente a lo que se había visto hasta entonces. Era
capaz de lanzar un penalti sin tomar carrerilla, chutar una
falta con efecto, hacer pases con el exterior del pie o controlar
el esférico con la habilidad de un malabarista. Marcó
243 goles y logró la admiración y el respeto
tanto de compañeros como de rivales.
Su fortaleza física era tan portentosa que en el
año 1952 superó una tuberculosis que se hubiera
llevado por delante a cualquier otro deportista. También
se sobrepuso a una veintena de lesiones graves. Los entrenadores
le perdonaban sus habituales juergas nocturnas Porque al día
siguiente, en el entreno rendía como si hubiera descansado
toda la noche.
Además de juerguista era un tipo leal y generoso.
Lo regalaba todo, desde el dinero que llevaba hasta el abrigo
que vestía. Era tan tímido como irascible cuando
alguien se metía con sus amigos, que le apodaban “cabezón”
por su gran testa.
Su popularidad era tan grande que, aparte de la canción
que Joan Manuel Serrat le dedicó años después,
se filmaron varias películas sobre su historia, una
de las cuales, “Los ases buscan la paz”,la protagonizó
él mismo.
El 30 de agosto de 1961-meses después de que pudiera
reencontrarse con su madre a la que llevaba 13 años
sin ver- finalizó su etapa como jugador del Barcelona
y pasó a ser entrenador en ese club, ya que en 1957
había sacado el número uno de la promoción.
Pero duró poco en la plaza y al poco pasó a
ser jugador-entrenador del Español.
En 1965 colgó definitivamente las botas como jugador
y empezó su etapa como técnico. Pasó
por Suiza y Canadá hasta recalar en el Córdoba.
En julio de 1969 fue elegido seleccionador español
y debutó en un España-Finlandia con un aplastante
6-0. Estuvo en el cargo hasta la Eurocopa-80. Luego, volvió
a dirigir la escuadra barcelonista, pero sólo tres
meses. Fue cesado después de que el Colonia derrotara
al Barcelona por 0-4 en el Camp Nou.
Con el nombramiento de Luis Suárez como seleccionador
nacional, Kubala volvió a colaborar con la federación
y participó en la construcción del equipo olímpico
de los fuegos de Barcelona. Posteriormente, entrenó
en Arabia Saudí, Murcia, Málaga y Elche. Se
retiró definitivamente en 1995 tras diez meses como
seleccionador de Paraguay.
En 1993 sus compañeros de la Agrupación de
Veteranos del Barça le tributaron un homenaje en Montjuic
con el que recaudaron 40 millones de pesetas que ingresaron
en una cuenta Para que recibiera una pensión vitalicia,
ya que su situación económica pasaba por un
mal momento. Aunque seguía practicando deporte, su
salud empeoró en el último año y en el
mes de febrero fue ingresado en la clínica del Pilar,
en Barcelona, aquejado de una afección vascular. En
los últimos meses su extraordinaria fortaleza física
se fue debilitando y agotando y el 17 de mayo de 2002 falleció.
Su entierro en Barcelona estuvo precedido por un multitudinario
adiós a quien, además de ser un mito del fútbol,
fue una gran persona.
VÍDEOS DE Ladislao Kubala
A continuación podemos ver un vídeo de Ladislao Kubala :