JORGE VI

Jorge VI nació el 22 de abril de 1923 en Dallas (Tejas, EEUU). Fue el cuarto hijo de una familia de origen judío. Su madre era polaca y su padre, un sastre ruso, cambió su apellido original –Spurling- al llegar a EEUU. Aaron recordaba su infancia como “una época difícil en la que viví asustado. Era el más pequeño, el más esquelético chico de la vecindad, donde sólo sobrevivían los duros. He recibido muchas palizas. A los 7 años sufrí una crisis nerviosa, porque tenía miedo de ir al colegio. No podía andar y estuve en cama durante dos años”. En ese tiempo leyó muchísimo y la literatura le abrió otra dimensión de vida. Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Armada, y colaboró en la revista militar “Barras y Estrellas”, lo que le permitió descubrir su vocación por la escritura.

Bertie, como lo llamaban en familia, fue un niño de salud delicada. Desde muy pequeño sufrió problemas de estómago, que, como después descubrieron sus padres, se debieron a que una de sus niñeras, la señorita Green, que sentía predilección por el hijo mayor, David, apenas si lo alimentaba. Tartamudo desde la infancia, esta discapacidad le valió numerosas burlas de sus hermanos. Siempre admiró mucho a su padre e intentó complacerlo en todo momento, pero Jorge V que era un hombre de carácter extremadamente estricto, nunca tuvo la más mínima muestra de cariño hacia él. Zurdo por naturaleza, sus preceptores lo obligaron a escribir con la derecha y tuvo que llevar férulas correctoras en las piernas porque las torcía hacia afuera.

En 1909, a los 14 años, inició su formación como cadete de Marina en el Royal Naval College y, ya como guardia-marina, luchó en mayo de 1916 en la batalla de Jutlandia, uno de los más cruentos enfrentamientos que tuvieron lugar durante la Primera Guerra Mundial. Su participación activa en ese conflicto bélico terminó pocas semanas después, al agravarse la úlcera duodenal que padecía. En 1919, estudió durante un año Historia y Economía en el Trinity College de Cambridge y, al año siguiente, fue nombrado duque de York y empezó a representar a su padre en algunos actos públicos, donde su tartamudeo le provocaba una gran inseguridad. Por aquel entonces conoció a lady Isabel Ángela Bowles- Lyon, octava de los nueve hijos de los condes de Strathmore (Escocia). Se enamoró de ella a primera vista, pero la joven rechazó hasta tres veces sus proposiciones de matrimonio, ya que, según le dijo, no deseaba emparentarse con la Familia Real porque temía “no poder ser ya nunca más libre para pensan hablar y actuar» como sentía. Sin embargo, a principios de 1923, Isabel accedió a convertirse en su esposa y la boda se celebró el 26 de abril de 1923 en la abadía de Westminster.

El príncipe Alberto había consultado a numerosos médicos, pero ninguno había conseguido resolver sus problemas de habla, por lo que odiaba hablar en público. Uno de los momentos más embarazosos se produjo en 1925, durante la clausura de la Exposición Industrial del Imperio Británico, en la que el discurso oficial que leyó fue un auténtico trauma para él.

Decidida a ayudar a su marido, la duquesa se informó sobre los diversos profesionales que podían tratarlo y dio con Lionel Logue, un australiano que usaba técnicas bastante peculiares. No tenía el título de médico, pero había estudiado a fondo todo lo relacionado con la fonación y había tenido numerosos éxitos con los soldados australianos que, tras la Primera Guerra Mundial, habían sufrido problemas para expresarse debido a las experiencias traumáticas que habían vivido.

Como terapeuta del duque de York, Logue no sólo centró su tratamiento en ejercicios físicos, de respiración y de vocalización, sino que también quiso conocer las preocupaciones que habían marcado la existencia de su regio paciente, convencido de que estas habían influido en su tartamudez. Alberto se mostró reacio a seguir aquellos extraños métodos, pero muy pronto se dio cuenta de que eran fructíferos, ya que, en 1927, fue capaz de pronunciar un discurso en el parlamento de la ciudad australiana de Canberra sin apenas encallarse.

Feliz padre de dos niñas, -Isabel, que nació el 21 de abril de 1926, y Margarita, que vino al mundo el 21 de agosto de 1930-, el duque de York llevaba una vida tranquila en su residencia londinense de la calle Piccadilly, sin sospechar lo que el destino le deparaba. Tras la muerte de su padre a principios de 1936, su hermano mayor, David, accedió al trono con el nombre de Eduardo VIII, pero el reinado de quien nunca ocultó sus simpatías hacia el fascismo apenas duró 11 meses. Enamorado de la estadounidense Wallis Simpson, divorciada en dos ocasiones, decidió abdicar para poder casarse con ella. Muchos británicos sintieron un enorme alivio cuando el 11 de diciembre de 1936, Alberto se convirtió en Jorge VI, monarca del Reino Unido y emperador de la India.

Obligado por su cargo a hablar en público en numerosas ocasiones, la relación entre el rey y su terapeuta se estrechó y trabajaron juntos durante todo su reinado. Convertidos en grandes amigos, Jorge VI quiso distinguir a Logue nombrándolo comandante de la Orden Real Victoriana, un título que reconoce los servicios personales prestados a un soberano. El australiano le ayudó especialmente en los discursos que el rey dirigió a sus súbditos para transmitirles ánimo y esperanza durante la Segunda Guerra Mundial. Jorge VI y su familia la vivieron en el Palacio de Buckingham, que no abandonaron durante la contienda, pese a los numerosos bombardeos que hubo en Londres. Uno de sus discursos, el del 23 de septiembre de 1940, lo pronunció desde los sótanos de palacio mientras caían las bombas.

Durante la guerra, el rey y la reina se mantuvieron muy activos visitando por todo el país las fabricas de munición. Su papel durante la contienda fue muy valorado por los británicos. Por eso, en 1945, cuando se confirmó la victoria de los aliados, miles de ciudadanos se acercaron al Palacio de Buckingham gritando: “¡Queremos al rey!”, lo que le obligó a salir al balcón para corresponder a la multitud.

Dos años después, la India consiguió la independencia de Gran Bretaña, lo que convirtió a Jorge VI en el último emperador de ese país. Viajero incansable, el monarca realizó diversas visitas al extranjero, pero su delicada salud se resintió. Fumador empedernido, le detectaron un cáncer de pulmón y, en 1949, sufrió una tromboflebitis en la pierna derecha, de la que fue operado. En 1951, tuvieron que extirparle parte del pulmón izquierdo porque el tumor se había extendido. En la Navidad de aquel año estaba tan débil que tuvieron que grabar el tradicional mensaje de esas fiestas en varias partes que, posteriormente, se unieron. El 6 de febrero de 1952, una semana después de que su hija Isabel hubiera iniciado un viaje oficial a Australia, el rey Jorge VI falleció en palacio a causa de una trombosis.

VÍDEOS DE Jorge VI
A continuación podemos ver un vídeo de Jorge VI :





Fotos de Jorge VI:



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