Jordi Solé Tura

jordi_Solé_turaJordi Solé Tura nació el 23 de mayo de 1930 en Mollet del Vallés (Barcelona) en el seno de una familia republicana. Fue el tercer y último hijo de Pedro Solé y Vicenta Tura, que regentaban una panadería en la citada localidad catalana. Al poco de nacer, su padre falleció y su madre tuvo que hacerse cargo sola de sacar adelante la familia y el comercio.

Entre 1936 y 1939, Jordi estudió en una escuela republicana pero, con la victoria del franquismo, pasó a una católica donde se vio obligado a cantar el “Cara al sol” y se le prohibía hablar catalán. En esa época de cartillas de racionamiento y escasez, Jordi abandonó la escuela a los 12 años para ayudar en la panadería. “Mi vida se reducía a trabajar por las noches y dormir durante el día, explicaba de aquellos años en el obrador que alegraba oyendo música de la radio. En 1951, pudo volver a estudiar y en menos de dos años se sacó siete cursos de bachillerato. Cuentan que, en un sólo día, llegó a presentarse a 36 exámenes. En 1952 se matriculó en la Universidad de Barcelona para estudiar Derecho, pero debido al trabajo faltaba mucho a clase. Un amigo suyo le llevaba los apuntes para que no perdiera el ritmo y, curiosamente, mientras que este compañero aprobaba por los pelos, Jordi sacaba matriculas de honor. Se licenció con el premio extraordinario de carrera. Previamente, durante sus años como universitario, se había iniciado en la política y empezó a colaborar en la revista “Universitat”, donde firmaba como Mato Oriol. También se afilió al clandestino Partit Socialista Unificat de Cataluña (PSUC), rama catalana y autónoma del Partido Comunista de España (PCE).

Ser comunista en plena dictadura franquista fue muy duro, pero Jordi siempre fue fiel a sus ideales. Formó parte de la célula intelectual del PSUC, cuya misión era dar forma a las acciones de propaganda y movilización que ordenaba la dirección del partido desde el exilio. Tras participar en 1960 en el VI Congreso del PCE, Jordi tuvo que esconderse durante unos meses y, finalmente, no le quedó más opción que irse a París. Allí trabó contacto con Santiago Carrillo, Jorge Semprún y Fernando Claudin, que habían relevado en la dirección del PCE a Dolores Ibarruri, “la Pasionaria”. Aquel mismo año, viajó hasta Normandía para tomar parte en la Escuela de Verano de jóvenes Comunistas y conoció a Anny Bruset, una atractiva joven hija de republicanos catalanes exiliados, que compartía su ideología. Ella recordaba así cuando se le declaró en Dives-sur-Mer: “Me sorprendió no sólo su voz, sino su forma de hablar las cosas que decía me parecían sencillas e interesantes y llevar calcetines blancos cuando nadie lo hacia me impresionó porque demostraba una inocencia extraordinaria. En aquel instante tuve la convicción de que me iba a casar con él (. . . ) Pasamos una noche bailando juntos y se me declaró de una forma sorprendente: “Juntos haremos la revolución y pequeños revolucionarios”. Le dije que si”. Seis meses después se casaron y se trasladaron a Bucarest, capital de Rumania, donde a instancias del partido Jordi se hizo cargo de los programas en catalán de Radio España Independiente, entonces conocida como La Pirenaica, órgano de propaganda del PCE.

Al poco de llegar a Bucarest, el 3 de abril de 1962, Anny dio a luz un niño al que llamaron Albert. Para evitar que se conociera la identidad de Jordi y su familia, el PSUC les dio un nombre falso y, en los papeles oficiales, cambiaron la ciudad de nacimiento del bebé por la de Budapest. A finales de 1964, volvieron a Barcelona, donde Jordi empezó a trabajar como profesor en la cátedra de Manuel Jiménez de Parga, pero en 1966 fue expulsado por haber participado en el encierro de estudiantes demócratas en el convento de capuchinos del barrio barcelonés de Sarrià. Durante un tiempo sobrevivió haciendo traducciones de inglés, italiano y francés y preparó su tesis doctoral, que obtuvo con cum laude.

En 1968, pudo regresar a la universidad, pero al poco fue detenido y trasladado a la cárcel Modelo, donde permaneció durante seis meses, aunque ningún juez hubiera decretado su entrada en prisión. En una de las cartas que le envió a su hijo escribió: “Piensa, Albert, que si ahora estoy en la cárcel es para que cuando seas mayor encuentres un mundo más justo, mejor que el de ahora”. De la misma forma que entró en prisión, un día quedó en libertad. Aquella experiencia le sirvió para reforzar tanto su convicción política que creó un nuevo partido, Bandera Roja, organización comunista independiente próxima al PSUC. En 1972, se separó de Anny y, tiempo después, se unió a Teresa Eulalia Calzada, ex diputada del PSUC, con la que vivió hasta su fallecimiento.

La muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1976, abrió el camino para la legalización del PCE y, en 1977, Solé Tura fue elegido diputado del PSUC por Barcelona y se convirtió en uno de los padres de la Constitución de 1978, de cuyo texto fue ponente junto con Manuel Fraga lribarne y Miquel Roca i Junyent. En 1982, fue concejal del Ayuntamiento de Barcelona, pero su distanciamiento ideológico de las tesis comunistas le granjeó la expulsión del PSUC. Ingresó en el PSC-PSOE y fue elegido diputado en las elecciones de 1989, 1993 y 1996.

Como ministro de Cultura (1991-1993) del séptimo gobierno de Felipe González, logró la permanencia de la colección Thyssen en España y, a lo largo de su vida, escribió centenares de artículos periodísticos y siete libros. También fue condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica,1a Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil o la Medalla de Honor de la Universidad Rey Juan Carlos. Para relajarse, hacía montañismo, esquí de fondo o seguía los partidos del Barca.

En diciembre del 2003, le concedieron la Medalla de Oro de la ciudad de Barcelona y, pocos meses después, durante un homenaje que se le brindó por su aportación a la Constitución, empezó a hacerse evidente que aquellos momentos en que parecía ausente no eran por la sordera que le habían diagnosticado sino por una causa de mayor calado: sufría alzheimer. La enfermedad lo obligó a abandonar su escaño como senador y su trabajo como catedrático. El avance de la misma, que fue restándole recuerdos a pasos agigantados a este hombre inteligente, optimista y bueno, llevó a su hijo a rodar el documental “Bucarest, la memoria perdida”, ganador de un Goya, sentido homenaje a Solé Tura en el que se muestra las terribles consecuencias de una enfermedad que también ha hecho mella en otros políticos como Adolfo Suárez y Pasqual Maragall. Cinco años después, el pasado 4 de diciembre, Jordi Solé Tura fallecía en Barcelona a los 79 años. La capilla ardiente se instaló en el Palau de la Generalitat, donde fue visitada por más de 7.000 personas, entre ellas, el príncipe Felipe, el ex president Jordi Pujol o la vicepresidenta Maria Teresa Fernández de la Vega.

VÍDEOS DE Jordi Solé Tura
A continuación podemos ver un vídeo sobre Jordi Solé Tura:





Fotos de Jordi Solé Tura:




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