Gabriel
José García Márquez nació el 6
de marzo de 1928 en Aracataca (Colombia). Fue el primero de
los 12 hijos del telegrafista Gabriel Eligio García
y su mujer, Luisa Santiaga Márquez. Gabito, como le
llamaban en casa, tuvo otros cuatro hermanos más, fruto
de las correrías del padre, un lector voraz que llegó
a ser homeópata autodidacta. De carácter tímido
y receptivo, su infancia estuvo marcada por las mujeres y
las palabras: su abuela materna,Tranquilina, le contaba historias
de fantasmas, muertos y amores truncados; su madre era autora
de las más bellas metáforas, y las sirvientas
no paraban nunca con sus habladurías y supersticiones.
También fue referencial su abuelo materno, un coronel
retirado.
En 1937, lo enviaron a un colegio en Barranquilla, donde
fue un estudiante mediocre al que salvaba su memoria portentosa.
La sensualidad la descubrió con Trinidad, una chica
de 13 años hija de una criada, que un día lo
sacó a bailar.
En 1946 entró en la facultad de Derecho, pero no
se licenció. Le interesaba más la escritura
y las prostitutas. En su juventud hubo mucho sexo, juergas
y alcohol. Supo que quería ser escritor, según
él mismo ha explicado, al acompañar a su madre
a vender la casa de los abuelos. Su primer cuento, “La
tercera resignación”, lo publicó en el
suplemento literario de un diario en 1947. Un año después,
cuando se trasladó a Cartagena de Indias porque en
Bogotá clausuraron la universidad, debutó como
periodista en “El Universal”, de Cartagena. En
1948 pasó a “El Heraldo” de Barranquilla.
Tras ser redactor jefe en “El nacional”, lo ficharon
como crítico de cine para “El Espectador”.
Allí escribió “Relato de un náufrago”,
fumó como un cosaco (dos paquetes al día) y
le apodaron Gabo.
En Barranquilla había empezado a frecuentar cafés
literarios y tertulias, donde hizo amigos y descubrió
las grandes obras de la literatura clásica. Todas esas
lecturas perfeccionaron su estilo. En 1954 regresó
a Bogotá, llevando consigo los borradores de su primera
novela, “La hojarasca”, publicada en 1955. Ese
mismo año el dictador colombiano Gustavo Rojas Pinilla
expresó su disgusto por unos artículos escritos
por García Márquez, y Gabo fue “depurado”
como corresponsal en Europa. Primero, estuvo en Roma, donde
siguió cursos en el Centro Experimental de Cinematografía.
Después fue a París, donde se quedó sin
trabajo porque cerraron el diario.
Sin trabajo ni recursos, revendió botellas de vidrio
para pagarse comida y alojamiento. Mientras, inició
la redacción de un nuevo libro. Tenía que haber
sido “La mala hora”, pero, conforme iba escribiendo,
el personaje de un coronel retirado que espera su paga se
desmarcó del relato y dio lugar a otra novela: “El
coronel no tiene quien le escriba”. Ésta se publicó
en 1958, mientras que “La mala hora” vio la luz
cuatro años más tarde, en 1962, junto con “Los
funerales de la Mamá Grande”, que fue una recolección
de cuentos escritos entre 1957 y 1959.
El triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro
en Cuba reavivó el compromiso de García Márquez
con los ideales de la izquierda y fue corresponsal de la agencia
cubana Prensa Latina en Nueva York y en Bogotá. En
ese tiempo hizo amistad con el líder cubano, así
como con el general panameño Omar Torrijos, un personaje
real que parecía salido de las páginas de sus
novelas.
Acusado de colaborar con el movimiento guerrillero M-19,
el escritor se fue en 1961 a México. Durante cuatro
años no escribió, pero “incubó”
la que sería su obra maestra. Cuenta la leyenda que
un día de enero de 1965, mientras conducía por
la carretera de Acapulco, se le “apareció”
el primer capítulo de “Cien años de soledad”.
De regreso a su casa, le pidió a su esposa, Mercedes
Barcha, que no lo molestara nadie. Durante los diez meses
siguientes escribió con el mismo frenesí con
el que su familia acumulaba deudas. Pero el esfuerzo valió
la pena. En 1967 “Cien años de soledad”
salió a la venta y fue un éxito total. Si hasta
entonces Gabo había tenido el reconocimiento de críticos
y especialistas, ahora fue el público quien lo recibió
como uno de los grandes escritores en lengua castellana de
la historia. El libro, del que Pablo Neruda aseguró
que era “quizás la más grande revelación
en lengua castellana después del Quijote”, vendió
un millón de ejemplares y fue traducido en menos de
cinco años a 18 idiomas. La delirante y entrecruzada
saga de los Buendía fue bautizada como “realismo
mágico latinoamericano”. La etiqueta daba cuerpo
a un estilo nuevo, en el que se incluyeron escritores tan
diversos como Miguel Ángel Asturias, Juan Rulfo, Alejo
Carpentier, José Donoso o Joao Guimaraes Rosa. Con
el éxito le llegó el final de los problemas
económicos.
En octubre de1967, Gabriel García Márquez,
su esposa y sus dos hijos, Gonzalo y Rodrigo, se trasladaron
a Barcelona. Durante los ocho años que vivió
en la Ciudad Condal, tuvo como agente a Carmen Balcells, a
la que muchos consideran responsable del boom de los escritores
latinoamericanos, y publicó “La increíble
y triste historia de la cándida Eréndia y su
abuela desalmada”.
Tras la publicación en 1974 de “Ojos de perro
azul”, una recopilación de cuentos publicados
en “El Espectador”, Gabo volvió a México,
donde publicó en 1975 “El otoño del patriarca”,
su segunda gran novela. Con esta fábula en la que se
retrata la figura de un dictador que parece el compendio de
todos los dictadores sudamericanos, demostró que se
había librado de la terrible losa de volver a escribir
un libro que estuviera a la altura de “Cien años
de soledad”.
En 1982, al año siguiente de que se publicara “Crónica
de una muerte anunciada”, le concedieron el Nobel de
Literatura, premio que le sorprendió mientras escribía
una de sus mejores obras: “El amor en tiempos del cólera”.
A la entrega del prestigioso galardón acudió
vestido con un liqui-liqui caribeño de lino blanco,
rompiendo así la tradición del frac. En abril
de 1983 regresó a una Colombia presidida por su amigo
Belisario Betancur y se instaló en Cartagena de Indias,
pero en 1985, año en que fue nombrado presidente de
la Fundación Nuevo Cine Latinoamericano, marchó
de nuevo al extranjero, hasta que en 1990 regresó a
Colombia.
Pese a ser un escritor consagrado, Gabriel García
Márquez nunca dejó de ejercer el periodismo.
En 1991 aparecieron sus “Notas de prensa, 1980- 1984”,
recopilación de artículos de diarios y revistas
de América y España. En 1996 vio la luz un reportaje
novelado sobre el narcoterrorismo colombiano: “Noticia
de un secuestro”. Dos años después, él
y otros periodistas de su país compraron la revista
“Cambio”, edición colombiana de “Cambio
16”, donde Márquez colaboraba desde 1995 y cuyo
consejo editorial pasó a presidir en 1999. También
tiene una faceta como docente y creó en l994 la Fundación
para un Nuevo Periodismo Latinoamericano, que está
en Cartagena de Indias.
Además de la literatura es un enamorado del cine.
Ha sido guionista en diversas películas y series de
televisión y ha impartido clases en la escuela de Cine
y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba).
Miembro de la Academia colombiana de la Lengua, ha hecho dos
incursiones en el teatro y ha sido condecorado con numerosos
premios internacionales y con doctorados “honoris causa”
de varias universidades. En 1992 le extirparon un tumor pulmonar,
que volvió a darle problemas en 1999. Aunque convaleciente
de su enfermedad y viviendo la mayor parte del año
en su casa de México, Márquez acaba de publicar
el primer volumen de los tres tomos de su autobiografía,
“Vivir para contarla” (Ed. Mondadori). La obra
ha salido a la venta en España y América con
la cifra récord de un millón de ejemplares en
su primera edición. La acabó casi el mismo día
en que falleció su madre.
VÍDEOS DE Gabriel Garcia Marquez
A continuación podemos ver un vídeo de Gabriel Garcia Marquez :