Francesco
Forgione nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina,
pequeña localidad del sur de Italia. Sus padres, Giuseppa
Maria y Grazio,eran campesinos pobres. Francesco tuvo una
infancia difícil por su precaria salud y sufría
a menudo fuertes fiebres. En el año 1903 ingresó
en la Orden de los Capuchinos con el nombre de Fray Pío.
Se dice que, al poco de hacerse monje, tuvo su primera visión
mística. Vio a un hombre que desprendía una
fulgurante luz, que le dijo: “Ven conmigo y te convertiré
en un gran guerrero”. Lo llevó a un campo y lo
puso entre dos grupos de gente. El primero estaba compuesto
por personas de aspecto agradable, todos ellos vestidos de
color blanco; el otro grupo eran gentes feas, con trajes negros,
de entre los que salió un hombre espantoso y altísimo.
El personaje resplandeciente instó al joven Francesco
a pelearse con el gigante, prometiéndole que le ayudaría.
La lucha fue terrible pero, finalmente, el gigante salió
huyendo seguido de la multitud de hombres de negro, mientras
que el otro grupo explotaba en gritos de júbilo. El
hombre resplandeciente puso sobre Francesco una corona de
fulgor indescriptible.
Tras aquella visión, que para algunos fue el presagio
de su futura santidad, Fray Pío quedó investido
de una “grandísima misión”, que
sería su lucha contra Satán y las fuerzas del
mal, que le atormentarían y tentarían toda su
vida. Su manera de combatirlas fuerzas del Maligno sería
con la confesión y la oración.
En 1911, un año después de haberse ordenado
sacerdote, empezó a experimentarlos estigmas en las
manos y en los pies, según se recoge en una carta que
envió a su director espiritural. Al parecer estaba
en el coro orando en solitario y, de repente, los hermanos
oyeron un grito terrible. Cuando llegaron al coro lo encontraron
bañado en un charco de sangre. Al principio las heridas
tenían forma circular y aparecían y desaparecían,
hasta que ocho años más tarde, los dolores y
los círculos se transformaron en heridas visibles que
no se volvieron a cerrar nunca más. Aunque de ellas
manaba sangre continuamente, nunca se le infectaron ni gangrenaron
ni sufrió anemia, algo difícilmente explicable
en alguien que apenas comía ni dormía.
La llaga del costado -un fenómeno que se conoce como
transverberación- apareció el 5 de agosto de
1918 tras la visión de un personaje celeste que le
traspasó con una lanza. Según algunos testigos,
esta llaga tenía forma de cruz. Los estigmas se mantuvieron
toda su vida (cubría sus manos con mitones), siendo
el único sacerdote de la historia que los ha tenido.
Los otros tres santos con estigmas fueron dos mujeres (Santa
Clara y Santa Catalina) y San Francisco, que no era sacerdote.
Según los médicos que lo examinaron el diagnóstico
fue siempre el mismo: “Fenómeno inexplicable”.
Algunos sin embargo, no creyeron que las heridas tuvieran
una explicación sobrenatural. Agostino Gemelli, fundador
del Policlínico donde se operó a Juan Pablo
II, calificó al hoy santo como un “psicópata
que se autolesiona, un estafador”. Esta afirmación
se hizo bajo el pontificado de Juan XXIII que siempre desconfió
del capuchino. Los propios frailes de su convento tampoco
se lo pusieron fácil y lo acusaron de los peores pecados
ante La Congregación de la Doctrina de la Fe (la nueva
Inquisición).
Cuando, en la década de los años 20, se supo
que había un sacerdote que tenía en su cuerpo
las señales de la Pasión de Cristo, la gente
empezó a viajar para verlo en San Giovanni Rotondo,
pueblo del sur de Italia donde vivía. Con los años,
la devoción se convirtió en un fenómeno
de masas. Actualmente, con unos nueve millones de visitantes
al año, es uno de los lugares de peregrinación
más visitados del mundo, por delante de Fátima
y Lourdes. La localidad, con numerosos hoteles y restaurantes,
es el escenario de un próspero negocio de venta de
recuerdos (medallas, postales, rosarios, estatuillas...) con
la efigie, figura o el nombre del sacerdote. La bilocación
(estar en dos sitios a la vez) y los viajes fuera del cuerpo
fueron otros dos fenómenos inexplicables que, según
algunos testimonios, protagonizó este religioso.”Duermo
algunos minutos, alguna hora como máximo, y después
voy”, decía. El Papa Pío XI y algunos
cardenales fueron testigos del poder de bilocación
del Padre Pío en 1925, cuando la Santa Sede investigaba
los milagros que la gente atribuía al religioso. También
se le atribuyó el donde lenguas, ya que muchos soldados
aliados, durante la Segunda Guerra Mundial, se confesaron
con él en sus respectivos idiomas. Asimismo, tenía
el poder de ver lo que sucedería en el futuro. A Juan
Pablo II, que una vez se confesó con él, le
vaticinó que llegaría a ser Papa y que sufriría
un atentado, como efectivamente sucedió en 1982. La
vida del Padre Pío no estuvo exenta de polémica
y en dos ocasiones fue sancionado por la Santa Sede y estuvo
a punto de ser suspendido “a divinis”.
Fallecido el 23 de septiembre de 1968, el Padre Pío
fue beatificado el 2 de mayo de 1999 por Juan Pablo II, después
de que el Vaticano asegurara que la inexplicable curación
de un niño se produjera por la mediación divina
del monje capuchino. Tres años después, el pasado
16 de junio, medio millón de fieles se concentraron
en la plaza de San Pedro para asistir a la canonización
del Padre Pío,la más multitudinaria de la historia.
VÍDEOS DE Padre Pio
A continuación podemos ver un vídeo de Padre Pio :