El
escultor Eduardo Chillida falleció a las 6 de la tarde
del 19 de agosto de 2002 en su casa del monte Igueldo, en
San Sebastián. El artista vasco, de 78 años,
murió tras una larga enfermedad degenerativa que, en
el mes de marzo, motivó su ingreso en una clínica
donostiarra. Considerado como uno de los artistas plásticos
españoles más importantes del siglo XX, su obra,
de estilo inconfundible e inimitable, se encuentra en las
calles y plazas de numerosas ciudades de todo el mundo así
como en los más reputados museos.
Eduardo Chillida Juantegui nació el 10 de enero de
1924 en San Sebastián, en una casa junto al hotel Biarritz,
propiedad de sus abuelos. Tercer hijo de Pedro Chillida y
de la soprano Carmen Juantegui, creció en un ambiente
de afición por las artes. Estudió el bachillerato
en el colegio de los Marianistas y, a los 18 años,
debutó como portero de la Real Sociedad.
Una grave lesión -un choque con el delantero centro
Sañudo en un partido en Valladolid- frustró
sus aspiraciones en la carrera deportiva, pero a la larga
supuso un feliz suceso para el mundo del arte. Con 19 años,
Eduardo Chillida se trasladó a Madrid para empezar
la carrera de arquitectura, estudios que abandonaría
cuatro años más tarde. “Me sobrevinieron
crisis tremendas contra aquella concepción de la arquitectura
que yo creía totalmente superada”,aseguró
el escultor en una entrevista.
Pero el mundo del arte le atraía y Chillida se puso
a dibujar, una de sus aficiones infantiles. Superó
su inicial desconocimiento de las técnicas pictóricas
a fuerza de dedicarle muchas horas a los lápices. Muchas
veces, dibujaba con la mano izquierda.
En 1948, un año después de que empezara a
trabajar como escultor, se instaló en París.
Impresionado por las esculturas griegas del Museo del Louvre,
hizo sus primeras obras en yeso y realizó su primera
gran creación, “Torso”. Residió
durante dos años en la capital francesa, donde hizo
su primera exposición en el Salón de Mayo. En
1950 regresó a Euskadi para casarse con el amor de
su vida, Pilar Belzunce. Su esposa, con la que tuvo ocho hijos
que le dieron 20 nietos, fue un verdadero puntal en su vida,
tanto en lo personal como en lo artístico, ya que se
convirtió en su agente.
Instalado en la localidad guipuzcoana de Hernani, Chillida
trabajó en la fragua de Manuel Illarramendi, donde
aprendió a ser un buen artesano de la forja y el soplete.
Estos inicios marcaron una de sus características profesionales:
no dejar nunca sus obras en manos de otros.”La percepción
es lo que vale, lo único que a los artistas nos diferencia
de los demás realmente”, explicaba en una ocasión
este hombre tranquilo, profundamente cristiano, tolerante
y poco hablador. Al poco, realizó su primera obra abstracta,
“Ilarik”,donde se empezó a ver su genialidad
para combinar el elemento material con el simbólico.
Si en su primera etapa -hasta 1954- hizo fundamentalmente
esculturas metálicas, luego exploró las posibilidades
del granito y de otros materiales.
Fundador del Grupo Gaur e impulsor de la regeneración
del arte vasco, Chillida empezó muy pronto a tener
reconocimiento público por su trabajo. La década
de los años 50 supuso para el artista su entrada en
el panorama artístico internacional con exposiciones
en París, Berna, Nueva York, Chicago y la Bienal de
Venecia, donde recibió en 1958 el Gran Premio Internacional
de Escultura, el mismo año en que Antoni Tápies
fue galardonado en pintura. En años posteriores, Chillida
fue premiado con el Carnegie, el Kandisnky, la Medalla de
Oro al Mérito de las Bellas Artes, el Príncipe
de Asturias y una larguísima lista de galardones, quizás
la más extensa que un artista español haya tenido
en vida. Era académico de Bellas Artes de San Fernando
y doctor honoris causa por varias universidades.
En 1959 realizó su primera escultura en madera, “Abestu
gogora”, la primera en acero, “Rumor de límites
IV”, y sus primeros aguafuertes. Un viaje a Grecia realizado
en 1963 le inspiró sus conocidas obras de alabastro.
En 1977 instaló los “Peines del viento”,
tres aceros de diez toneladas colocados en unos acantilados
sobre el mar de San Sebastián, que se han convertido
en una de sus obras más significativas y en símbolo
de la resistencia de los periodistas frente a ETA. Antifranquista
durante los años de la dictadura, expuso públicamente
su repulsa contra el grupo terrorista vasco ETA. Sus esculturas,
que figuran en las mejores colecciones del mundo, están
también en las calles de un buen número de ciudades.
“El elogio del horizonte”, en Gijón; el
“Monumento a la tolerancia”, en Sevilla; “La
sirena varada”, en Madrid; la “Puerta de la libertad”,
en Barcelona, o “Berlín”,en la capital
alemana.
En septiembre del 2000, hizo realidad su mayor sueño:convirtió
su caserío Zabalaga, en Hernani, en el Museo Chillida-leku,
que reúne, entre el interior de la casa y los jardines,
una treintena de sus obras. Allí, junto al magnolio
bajo el que le gustaba descansar, fueron depositadas sus cenizas
en el transcurso de una sencilla ceremonia. Mucho más
multitudiario fue su funeral, celebrado en San Sebastián,
al que asistieron miles de personas con una nutrida presencia
del mundo de la política y la cultura.
VÍDEOS DE Eduardo Chillida
A continuación podemos ver un vídeo de Eduardo Chillida :