Samuel
Wilder nació el 22 de junio de 1906 en la ciudad polaca
de Sucha, que entonces formaba parte del Imperio austro-húngaro.
Vino al mundo en el seno de una familia judía acomodada.
Su madre, que murió en el campo de concentración
de Auschwitz, llamaba a sus hijos Willy (el mayor) y Billy
porque le gustaba el sonido “yanqui” de esos apodos.
Sus primeros estudios los realizó en el Real Gymnasium
de Viena. Después, de acuerdo con los deseos de su
padre, cursó la carrera de Derecho. Ya en su época
de estudiante universitario le gustaba mucho escribir y trabajó
como periodista. En una ocasión, Sigmund Freud, el
creador del psicoanálisis, lo echó de su casa
cuando, haciéndose pasar por paciente, intentó
entrevistarlo. Instalado en Berlín, trabajó
para varios diarios y como bailarín de alquiler para
damas otoñales.
Aficionado al cine, Wilder ejerció de crítico
cinematográfico y su debut como guionista se produjo
con una de las obras capitales del cine de la época;
“Gente en domingo”. En esta película, que
retrataba el día de descanso de los obreros y pequeños
comerciantes berlineses, coincidió con Robert Siodmak
y Edgar G. Ulmer (directores) y Fred Zinnemann (cámara).
Todos ellos serían, con los años, grandes maestros
de Hollywood. A finales de febrero de 1933, Wilder cenaba
con unos amigos en Berlín cuando supo que los nazis
habían quemado el Reichstag. En ese mismo instante,
decidió emigrar: “Me pareció lo mejor
que podía hacer un judío”, comentaría
años más tarde. Wilder sabía que su vida
corría peligro no sólo por ser judío,
sino por pertenecer a la vanguardia artística.
De Berlín, Wilder pasó a Francia, donde dirigió
“Curvas peligrosas”, con Danielle Darriex. Poco
tiempo después, con apenas unos cuantos dólares
en los bolsillos, emigró a los Estados Unidos, donde
entró clandestinamente en 1934. Hollywood, donde empezaba
el cine sonoro, tenía una gran necesidad de guionistas
con conocimientos de técnicas teatrales, y Wilder quería
ganarse la vida escribiendo guiones. Su problema era que apenas
chapurreaba el ingles, pero en sólo un año tuvo
el dominio suficiente para expresar su agudo humor en ese
idioma. Como aseguraba él con su proverbial sentido
del humor, lo aprendió “escuchando la radio y
acostándome con chicas norteamericanas”.
Instalado en un pequeño apartamento de soltero que
compartía con el actor Peter Latorre, empezó
su carrera como guionista de Howard Hawks (“Bola de
fuego”, una irreverente reactualización de Blancanieves
y los siete enanitos) y Mitchell Leisen(“Medianoche”,
“Arise my love”, “Si no amaneciera”),
pero fue al lado de su idolatrado Ernst Lubitsch donde desarrolló
con brillantez su estilo crítico. Para él escribió
“La octava mujer de Barbazul”, comedia sobre la
guerra de los sexos, y “Ninotchka”,crítica
al sistema comunista que protagonizó la Garbo.
En los siguientes años,Wilder se granjeó una
reputación excelente como guionista, pero también
la fama de ser puntilloso y quisquilloso con los directores.
Discutía tanto con ellos e interrumpía tanto
los rodajes, que los productores acabaron por ponerlo tras
la cámara.
Así, en 1942, Wilder dirigió su primera película,
“El mayor y la menor”, comedia protagonizada por
Ginger Rogers y Ray Milland. Dos años después
se consagró con una película del género
negro: “Perdición”, basada en una novela
de James M. Cain,y obtuvo sus primeras candidaturas a los
Oscar. Durante su carrera sería galardonado con cinco
estatuillas doradas.
A partir de aquel momento, Wilder encadenó grandes
éxitos como “Días sin huella”(1945),
sobre el alcoholismo, o la despiadada visión de Hollywood
ofrecida en “El crepúsculo de los dioses”
(1950). Un año antes se había casado con Audrey
Young, la hija de un fiscal californiano. A esos éxitos
siguieron el de “Traidor en el infierno”(1953),
“Sabrina” (1954) o “Testigo de cargo”
(1957).
Su primer encuentro con Marilyn Monroe se produjo en 1955
con la comedia “La tentación vive arriba”,
donde las faldas voladoras de la actriz se convirtieron en
uno de los iconos de Hollywood. De ella dijo: “Sus pechos
son como granito, pero su cerebro es como un queso Gruyére”.
Dos años después rodó con la Monroe,
Tony Curtis y Jack Lemmon (su actor favorito) la divertidísima
“Con faldas y a lo loco”, película que
consagró a Wilder como el rey de la comedia de Hollywood.
Un título que revalidó con “El apartamento”,
“un, dos,tres”, “Irma la dulce”, “Bésame,
tonto”, “En bandeja de plata” -una de sus
películas más feroces-, “¿Qué
ocurrió entre tu padre y mi madre” y “Primera
plana”. Wilder, excelente director de actores, fue también
el creador de una de las “parejas” cómicas
de mayor calado: Jack Lemmon y Walter Matthau. También
cosechó algún fracaso comercial, como “El
gran carnaval”, con Kirk Douglas. En cierta ocasión,
en respuesta a que su película “La vida privada
de Sherlock Holmes” (1970) era demasiado larga, dijo
con su afilada socarronería: "Todo es demasiado
largo, menos la propia vida y el propio pene”.
Entusiasta fumador de puros y refinado coleccionista de
obras de arte, Billy Wilder dedicó sus cuantiosas ganancias
a hacerse una colección de pintura, que subastó
en 1989 por 33 millones de dólares. Ocho años
antes, se había despedido del cine con “Aquí
un amigo”, (1981), que rodó en Alemania. Después,
convertido en un adorable cascarrabias, siguió escribiendo
guiones que los estudios no querían producir porque
ninguna aseguradora suscribía una póliza a un
director tan mayor. En 1993 pensó volver para ro-dar
“La lista de Schindler”, pero finalmente cedió
el guión a Steven Spielberg.
Dotado de una muy buena “mala salud”, su última
aparición pública fue en julio de 2001 cuando
acudió en silla de ruedas al funeral, en Los Ángeles,
de Jack Lemmon. Una neumonía acabó con su vida
el 28 de marzo de 2002. Falleció en su casa de Beverly
Hills, en Los Ángeles. Tenía 95 años,
dejaba tras de sí más de 60 excelentes películas
y una forma personal de hacer cine que inspiró a muchos
directores, entre ellos Fernando Trueba, que lo comparó
con Dios cuando recogió su Oscar por “Belle Epoque”.
VÍDEOS DE Billy Wilder
A continuación podemos ver un vídeo de Billy Wilder :