Adolfo
Suárez González, nació en Cebreros (Ávila)
el 25 de septiembre de 1932. Fue el primero de los cinco hijos
de Hipólito Suárez, procurador de los tribunales,
y Herminia González, que regentaba un comercio de vinos.
Cursó el bachillerato en el Colegio de San Juan de
la Cruz, de Ávila, y a los 18 años fue presidente
de las Juventudes de Acción Católica. Estudió
Derecho en la Universidad de Salamanca y se licenció
en Madrid.
Al volver del servicio militar, que hizo en Melilla, su
padre había dejado la familia y Adolfo se puso a trabajar
de oficial interino en el ayuntamiento de Ávila. En
1956 Fernando Herrero Tejedor, gobernador de la provincia,
lo “fichó” como secretario personal. En
esa época se planteó ingresar en el seminario,
pero, al volver su padre al seno de la familia, decidió
abrir con él un despacho de procuración en Madrid.
Las cosas no fueron bien y las diferencias entre padre e hijo
hicieron que Adolfo se fuera a vivir a un Colegio Mayor, donde
trabó amistad con Juan José Rosón y Rodolfo
Martín Villa, que con los años serían
sus ministros. Herrero Tejedor, que se fue a Madrid tras haber
sido nombrado vicesecretario del Movimiento, lo designó
jefe del gabinete técnico. Durante unas vacaciones
en Ávila conoció a Amparo Illana.
El 15 de julio de 1961 se casaron y, al poco tiempo, nació
su hija María Amparo. En los años sucesivos
la familia se completó con la llegada de Adolfo, Laura,
Sonsoles y Javier. Si no tuvieron más hijos fue porque,
tras el nacimiento del último, Amparo sufrió
problemas ginecológicos que la imposibilitaron para
volver a ser madre. Mientras su mujer se dedicaba al cuidado
del hogar y la familia, Suárez iba prosperando en su
carrera política guiado por su ambición personal
y su excelente olfato para las relaciones. En 1964, Manuel
Fraga lribarne, ministro de Información y Turismo,
lo nombró director de programas de TVE. En esa época,
Suárez estaba muy ligado a los “tecnócratas”
del Opus Dei. Por mediación de Torcuato Fernández
Miranda, en 1968 fue nombrado gobernador civil de Segovia,
pero en noviembre de 1969, volvió a RTVE como director
general, cargo que, a partir de 1971, alternó con el
de procurador de las Cortes franquistas por el tercio familiar.
En 1975 Fernando Herrero Tejedor fue nombrado ministro secretario
general del Movimiento y Adolfo Suárez, vicesecretario.
A medida que iba escalando puestos en las instituciones
franquistas, Suárez organizó una agrupación
política (los partidos políticos habían
sido prohibidos tras la guerra civil), que llamó Unión
del Pueblo Español, cara al cambio político
que se esperaba tras la muerte de Franco. Con Carlos Arias
Navarro de presidente del primer Gobierno de la monarquía
-ya muerto Franco- y tras fallecer en accidente Herrero Tejedor,
ascendió a ministro del Movimiento.
El 1 de julio de 1976 el Rey pidió la dimisión
de Arias Navarro, con el que mantenía profundas diferencias
políticas, y de una terna en la que figuraban Federico
Silva Muñoz y Gregorio López Bravo, designó
“a dedo” a Suárez como presidente. La elección
fue una verdadera sorpresa.
Una de sus primeras medidas fue decretar la amnistía
política. La Ley de Reforma Política, que puso
fin a 40 años de franquismo, se aprobó en referéndum
el 15 de diciembre de 1976, en lo que se consideró
el “harakiri” del régimen anterior y el
nacimiento de la democracia en España. Ese mismo año
se suprimió el Tribunal de Orden Público y se
autorizó el primer congreso del PSOE en suelo español.
Legalizar el Partido Comunista era la condición que
el resto de las democracias europeas exigían a España
para asegurarse de que la reforma iba en serio, pero el tema
era especialmente difícil por la aversión que
producía esa legalización entre los militares.
Suárez aprovechó la Semana Santa de 1977 y,
contando con el apoyo de su vicepresidente para la Defensa,
el general Manuel Gutiérrez Mellado, legalizó
el partido de Santiago Carrillo. La medida provocó
ruido de sables en los cuarteles y le cerró a Suárez
muchas puertas, especialmente las de los salones de la alta
sociedad y de los poderes financieros. Con todo, el proceso
de transición política siguió adelante
y culminó con la convocatoria de elecciones generales
el 15 de junio de 1977, que Suárez ganó con
una heterogénea coalición llamada Unión
de Centro Democrático (UCD). Un año después,
en 1978, se redactó y aprobó la Constitución
Española y se inició el proceso autonómico.
Pese a que en las siguientes elecciones, celebradas en 1979,
Suárez volvió a ganar con UCD, la gobernabilidad
del país no era nada fácil. Los poderes fácticos
-militares, Iglesia y grupos económicos- se resistían
al cambio y la situación de crisis económica
no ayudaba. Para colmo de males, las tensiones y diferencias
entre los miembros de UCD habían convertido el partido
en una jaula de grillos. Agobiado por los problemas fuera
y dentro de “casa”, Suárez presentó
la dimisión.
El 23 de febrero de 1981, cuando tenía lugar la ceremonia
de investidura de su sucesor, Leopoldo Calvo Sotelo, se produjo
el intento de golpe de Estado con el asalto al Congreso del
teniente coronel Antonio Tejero. Casi al mismo tiempo, el
general Milán del Bosch sacó los tanques a las
calles de Valencia y otros altos militares se sumaron a la
intentona. Tras una larguísima noche de miedo e intensas
negociaciones, los amotinados depusieron las armas. La trama
del 23-F y el nombre de todos sus implicados nunca llegó
a conocerse del todo, pero el proceso democrático no
quedó abortado.
Suárez abrió un bufete en abril de 1981 y
en noviembre de ese año dejó la ejecutiva de
UCD, partido que abandonó definitivamente en 1982.
Nombrado duque por el Rey, fundó un nuevo partido.
El Centro Democrático y Social (concebido como un partido
“bisagra”) lo llevó de nuevo al Congreso
en octubre de 1982, año de la gran victoria socialista.
Decidido a rentabilizar su carisma personal, Suárez
pasó de los dos diputados que obtuvo en esos comicios
a 19 en las elecciones de 1986. Pero algunas de sus jugadas
políticas de alianza con la derecha no gustaron al
electorado y fue perdiendo fuerza hasta que, en 1991, las
urnas certificaron la debacle. Dimitió de la presidencia
del CDS y renunció a su escaño de diputado.
Al margen de la política, Suárez vivió
momentos muy difíciles en 1993 cuando a su hija Mariam,
de 3l años y embarazada de su segundo hijo, le detectaron
un cáncer de mama muy extendido. La joven no aceptó
ningún tratamiento que afectara al feto. A los pocos
días de que el niño naciera por cesárea,
la familia se trasladó al Duke Hospital de Carolina
del Norte, en EEUU, donde Mariam se sometió a un autotrasplante
de médula. Para hacer frente al costoso tratamiento,
los Suárez hipotecaron su casa-palacio de Ávila,
que perdieron en abril de 1995 al, no poder hacer frente a
los pagos. Para entonces, los únicos ingresos de Suárez
eran los procedentes de su despacho de abogado, ya que se
había negado a recibir remuneración por su condición
de ex jefe del Gobierno. Cuando su hija empezaba a recuperarse,
en 1994, le diagnosticaron la misma enfermedad a su esposa,
y, en 1995, se vio implicado en el caso Banesto cuando Mario
Conde aseguró haberle pagado 300 millones de pesetas
por hacer de mediador con el Banco de España. En 1996,
con el PP en el poder, Juan Villalonga, presidente de Telefónica,
lo fichó como asesor de la empresa en América
Latina. Apartado dela política, galardonado con numerosos
premios y practicando el golf siempre que puede, Suárez
ha estado en todo momento al lado de su esposa, hasta que
ésta falleció el 17 de mayo de 2001. “Nunca
dejaré de ser un político, pero jamás
volveré a la política activa”, dijo en
una ocasión. Su hijo, Adolfo Suárez Illana,
sigue sus pasos e inicia ahora su propia carrera política
como militante del Partido Popular.
VÍDEOS DE Adolfo Suarez
A continuación podemos ver un vídeo de Adolfo Suarez :